Cuando la discapacidad llamó a mi puerta

Cuando la discapacidad llamó a mi puerta

«Cuando la discapacidad llamó a mi puerta» es un pequeño texto que escribí al poco de conocer el diagnóstico de autismo de mi hijo mayor. Refleja la dureza del impacto del diagnóstico en mí.

He pensado que merece una entrada en el blog en exclusiva.

Estoy segura que no hubiera vivido una situación tan impactante si la sociedad en la que he crecido no fuera tan capacitista y discriminatoria. Yo también lo sigo siendo. Un poco menos que en aquel entonces, pero sin duda, en proceso de reconstrucción y aprendizaje constante. Negar lo evidente no nos permite avanzar ni cambiar las actitudes.

Cuando la discapacidad llamó a mi puerta

El mundo, tal y como está montado, está divido entre capaces e incapaces, los visibles y los invisibles.

Cuando vas a ser madre, no sabes lo que es la discapacidad (o la diversidad y la discriminació que la rodea). Porque es invisible, nadie te habla de que exista esa posibilidad.  Eso no va a pasar porque en tu imaginario colectivo, ése que todos llevamos grabado dentro, la discapacidad no existe.

Y llega el día en que te conviertes en madre, o padre. Eres feliz y sigues sin ver. Ese día te pueden pasar dos cosas. Que la discapacidad pase de largo por tu puerta, con lo que seguirás sin verla o que entre en tu casa.

Y si entra, aun caben dos posibilidades más: que entre como elefante en una cacharrería o que lo haga sutilmente. Puede que entre en tu casa y te tire toda la cubertería por el suelo. Te rompa los cuadros de la entrada o te haga agujeros en el sofá. Puede que directamente llegue hasta tu dormitorio y te parta en dos el armario ése, a medida, que tanto te costó conseguir.

O tal vez llame a tu puerta amablemente, entre en tu casa y tú, ignorante de quien es, le invites a tomar un café.  Se sentará en tu salón. Empezará a hacerte bromas desagradables, molestas y querrás que se vaya. Pero no se va, lo intentas y no lo consigues. Se ha quedado sentado en tu sofá y ahí está, cada mañana, riéndose de ti en tu cara.

Piensas, bueno, se cansará y se irá, pero no se cansa. Y un dia se levanta del sofá, ése que se ha hecho suyo, y te mete una colleja que te manda hasta tu cuarto. Después de pasar por el comedor, el pasillo y el cuarto de los niños. Te lanza con furia una torta tan grande que te deja sin respiració. Empieza a reírse a carcajadas. Y te dice: ignorante, me has tenido aquí todo este tiempo y no sabias quien era, abre los ojos porque no me voy a ir nunca.

Entonces ves el mundo en su totalidad, dividido entre capaces e incapaces, visibles e invisibles. Y empieza la lucha.

La vida sigue… y la discriminación también

Han pasado ya siete años desde aquel impacto. El autismo es parte de la familia, siempre lo ha sido. Mi hijo es autista, es su forma de ser, de pensar, su forma peculiar de entender el mundo.

Lo que no ha cambiado es la discriminación que vive por ser como es. La falta de recursos especializados en todos los ámbitos: sanitario, social y educativo.

Nos quedan escasos tres años para llegar a la mayoría de edad. La lucha nunca acaba.

REFERENCIAS

Para citar esta entrada.

Ramirez, Silvia (2023) Cuando la discapacidad llamó a mi puerta. Lactando en Diverso. https://lactandoendiverso.com/2023/05/01/cuando-la-discapacidad-llamo-a-mi-puerta/

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