La lactancia materna tiene una importante función de contención emocional y en los bebés y niños con autismo constituye una herramienta de regulación emocional que puede ser de gran ayuda en la crianza.
Autismo
- Un niño o niña autista pasa de la alegría intesa y desbordante a una ira incontrolable en cuestión de minutos.
- Las alteraciones sensoriales pueden causar crisis debido hipersensibilidad a los ruidos, por ejemplo.
- Las dificultades en las funciones ejecutivas hacen que les resulte dificil preveer con antelación qué va a suceder y eso genera malestar.
- Las dificultades en la comunicación comportan que no seamos capaces de entendernos, que nos cueste comprender qué es lo que altera a nuestro hijo o hija, que le cueste expresarnos sus necesidades.
La suma de todos estos factores puede comportar sufrimiento para el niño o niña y estrés y ansiedad para la familia. Las terapias, las intervenciones de profesionales de la salud y la educación, van (o deberían) ir encaminadas a facilitar la comprensión del entorno, la comunicación, a la adquisición de herramientas de gestión emocional, etc. Todo ello con el objetivo de conseguir el bienestar de toda la familia, principalmente por supuesto, del niño o la niña. Ante este panorama, la lactancia es una herramienta de regulación emocional que no se suele tener en cuenta.
Las madres se encuentran con la recomendación de destetar ante el diagnóstico de autismo demasiado a menudo. Algo bastante usual que supone, desde mi punto de vista, una clara vulneración de derechos, como ya expliqué en esta entrada. En realidad, todas las madres que dan lactancia materna más allá del año suelen encontrar rechazo y críticas. (AEPED, 2015)
No voy a hablar ahora de derechos, a pesar de que estan siempre presentes, sino que voy a hablar de emociones, de como regularlas y de la lactancia como alimento emocional y nutricional.
«Normalidad»
Nunca supe durante los años de lactancia de mi hijo que era autista. En ningún momento pensé que mi hijo no fuera un niño «normal». Era un niño solitario, que jugaba siempre a apilar y a alinear cosas, que se alteraba con mucha facilidad, pero era mi hijo y era un trasto, como todos los niños.
Mi concepto de normalidad englobaba todos sus comportamientos porque yo entendía que tenía que respetar sus necesidades y acompañarle en su desarrollo. Para mi no había más referentes, y frases como «todos lo hacen», «cada niño tiene su ritmo», «ya hablará» solo hacían que enmascarar unas conductas que en realidad eran signo de algo más.
Siempre supe que había algo que le inquietaba, algo indefinido, un no se qué a lo que no podía poner nombre. Algo que causaba sufrimiento. (La falta de diagnóstico y por tanto de terapias y apoyos adecuados).
La respuesta de los profesionales que nos rodeaban era la misma: «se comporta asi porque no le pones limites», «toma solo zumo porque se lo das», «no come porque le das teta», en fin… ya me canso hasta de repetirlo. Lo grave es que sigue sucediendo, tengan autismo o no, se siguen repitiendo esas absurdas ideas. No solo en profesionales de la salud o de la educación, sino que son una constante en cualquier ámbito. En nuestra sociedad actual es un prejuicio muy extendido. Los niños son manipuladores, pequeños dictadores y hay que tener «mano dura» para que no se rebelen. Una forma de ver la crianza y la infancia que, por suerte, poco a poco vamos dejando atrás.
Nosotros no sabíamos que tenia autismo, así que si pedía zumo y al no dárselo explotaba y sufría, se lo dábamos. Aquí, según quién, nos decía que no se lo diéramos para que aprendiera lo que es la frustración. Pero su reacción era angustiosa. No era un niño frustrado y enfadado y ya está, era algo más: se rompía emocionalmente por dentro.
La regulación emocional
Las personas podemos regularnos gracias a nuestros recursos internos: nuestra resiliencia, nuestra capacidad de relajación, etc.
Y nuestros recursos externos: el apoyo que encontramos en los demás, familia, amigos, etc.
Los niños nacen sin lenguaje. Yo no sé si alguna vez (te pregunto a ti que me estás leyendo) te has parado a pensar en lo que supone que en tu mente no haya una voz que amablemente (o no) te va relatando todo lo que pasa. Esa vocecilla interior que se expresa hacia nosotros en la lengua de nuestra madre.
Sin lenguaje las cosas, las emociones, las personas no tienen nombre.
El desarrollo de un niño contempla diferentes aspectos: psicobiológico, social, afectivo, comunicativo, etc.
Y todo sucede de forma casi imperceptible.
Es una orquesta con múltiples instrumentos que está coordinada por un director. A veces ese director consigue afinar y coordinar a todos los músicos como han hecho todas las orquestas de todos los tiempos.
Otras veces coordina de una forma un tanto histriónica que para la mayoría de las personas habituadas a la música es molesto al principio. Poco a poco uno habitua el oído y empieza a apreciar la belleza de las notas discordantes.
Nuestros hijos con autismo son esas orquestas que combinan de manera desordenada o caótica o tal vez con exagerada precisión.
Nacen como todos los bebés. Con la diferencia que su proceso de adquisición de la habilidad de regularse emocionalmente necesita de un apoyo extra y tal vez constante durante toda su vida.
La lactancia materna
En realidad, no deberíamos pensar que es una opción. Pero lo hacemos.
Como seres humanos nuestra realidad es que cada vez más somos una construcción entre lo social y lo psicológico con la peculiaridad de nuestro lenguaje.
Asi que aunque nuestros hijos nazcan programados exactamente para comportarse como un bebé que nace en medio de la selva: vivir pegado a su madre, alimentarse de lactancia materna, llorar ante la ausencia de su cuidador, despertarse repetidas veces durante la noche para sobrevivir….
Nosotras crecemos y nos desarrollamos en nuestra juventud y edad adulta bajo parámetros que no son los mismos. Dependiendo del país en el que una familia tenga su domicilio le influiran el nivel socioeconómico de la zona, el acceso a la tecnologia, la cultura, etc. Cosas que no tienen nada que ver con vivir en comunidades tribales.
Podemos lactar, o no.
Desde luego como lactivista, me siento inclinada a repetir hasta la saciedad la falta de apoyo, asesoramiento adecuado y protección de la maternidad como causa de las bajas tasas de lactancia materna actuales.
Y esto, aunque parezca mentira, no es incompatible con el hecho de que defienda que cada mujer decide. Por tanto, se convierte en una opción.
Así las cosas, la lactancia, cuando se da, se convierte en una herramienta de regulación emocional que como mamíferas que somos podemos utilizar.
Adquisición de habilidades emocionales
¿Y cómo un bebé adquiere habilidades emocionales a través de la lactancia materna?
A través de su función de contención emocional:
- nos ponemos en una posición de empatía con nuestro hijo: lo rodeamos con los brazos, lo acercamos a nuestro cuerpo, a su altura, lo acogemos, le mostramos que comprendemos su estado emocional.
- estamos con toda la atención puesta en él, de forma activa, con todos nuestros sentidos en su ansiedad, miedo, cansancio o el sentimiento o emoción que sea.
- la succión es relajante y calmante.
Tenga nuestro hijo autismo o no, tenga cualquier otra patología, condición o circunstancias concretas, esta función de la lactancia materna existe.
Conforme el bebé va creciendo y se va desarrollando adquiere poco a poco otras herramientas. Esa función de contención emocional empieza a ser sustituida por los propios recursos que el niño va adquiriendo y los recursos que le brinda su entorno social.
Podemos contribuir de forma activa a esa adquisición. Como padres y madres lo hacemos constantemente. A veces, con la ayuda de psicólogos y terapeutas.
Siendo así, si destetamos antes de que el niño decida que ya no necesita la lactancia materna para regularse, tendremos que encontrar algo, otra herramienta, o varias, para que nuestro hijo siga adelante en su camino hacia la adquisición de habilidades emocionales propias. O para que las use toda la vida.
El destete
Por todo lo explicado aqui, no entiendo la prisa que tienen ciertas personas por que una madre destete a su hijo. El destete natural se produce entre los dos y los siete años. (Dettwyler, 1995). Todos los niños llega un día que no necesitan succionar. Entonces, si madre y criatura estan a gusto con su lactancia, porqué empeñarse en finalizar algo que de forma natural, con el paso del tiempo, va a desaparecer aunque no hagamos nada.
Podéis consultar más información sobre destete aqui y aqui.
Si estamos agotadas podemos destetar, si ese es nuestro deseo, pero necesitamos apoyo de nuestro entorno. Destetar es un proceso que conlleva una pérdida en el sentido que le damos cuando hablamos de los duelos. Para el bebé y para la madre. Comprensión y empatia. Apoyo y respeto para ambos.
El problema aqui radica en lo de siempre. Es la falta de apoyo y de protección que tiene la maternidad y la lactancia.
Porque no es ni el autismo ni la lactancia lo que nos causa estrés, malestar y ansiedad a las madres de peques con TEA, es la falta de apoyo.
Referencias
Comité de Lactancia de la AEPED (2015) Lactancia materna en niños mayores o «prolongada»
Dettwyler KA. Time to wean: The hominid blueprint for the natural age of weaning in modern human populations. En: Stuart-Macadam P., Dettwyler KA, eidtors. Breastfeeding. Biological perspectives. New york: Aldine de Gruyter, 1995.
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