Mi 2023 no ha sido bloguero, pero si ha sido existencial. Transcendental, transformador e incluso diría que recopilatorio tras muchos años de subidas y bajadas.
Un año de recoger los frutos de todos esos aprendizajes que suceden a base de tortazos, las caídas que te obligan a parar y las crisis que te transforman.
El 2022 estuve prácticamente todo el año de baja, pero los problemas en realidad empezaron mucho antes. La pandemia tuvo mucho de revulsivo, pero no fue la culpable realmente de mi caída.
Viendo en perspectiva las cosas, esto ya empezó mucho antes. En aquella primera vez que cogí una excedencia. Y mucho antes, en el momento en que nació mi primer hijo.
Me pregunto quién sería yo ahora mismo si no hubiera sido madre hace ya 15 años por primera vez. La maternidad me convirtió en feminista primero y en activista después.
Fue la causante de que empezara mi caminar a través del movimiento asociativo. Siempre metida en las Juntas de las asociaciones, organizando cosas, leyendo, aprendiendo, trabajando por mis principios…
A toda mecha, siguiendo ese mandato del patriarcado que me obligaba a llegar a todo. Exigiéndome, por encima de mi salud inclusive, sacar adelante todo proyecto que se me pusiera por delante.
Todo ello sin valorar mi capacidad real de llevarlo a cabo y sin cuidarme.
Ese mandato contra el que nos enfrentamos todas: la exigencia de ser buenas, perfectas y encantadoras.
Mi 2023 ha sido la culminación de un proceso de toma de conciencia. Pero no será el único. Sé que vendrán más.
Ojalá pudiera hablarle a mi yo del pasado y mostrarle que el camino hacia la perfección está cargado de trampas. Los valores que transmitimos como sociedad individualista y competitiva tienen consecuencias horribles.
He dejado de tratar de llegar a todo. Me priorizo a mí y a los míos. No dejo de lado mi faceta activista, pero estoy aprendiendo a delegar. Tanto en casa como en otras esferas.
Recordaré mi 2023 por ser el año de la recuperación, de frenar, de parar y retomar poco a poco mi vida.
Creo que no lo he hecho tan mal, cuando en LactaMater tenemos ahora un equipo de madres motivadas trabajando juntas por un objetivo común: mejorar la vida de las madres a nuestro alrededor.
¿Cómo será el 2024? Pues no lo sé. Se acabaron las listas de objetivos y metas. Se acabó meterme en interminables proyectos. Me centro en escuchar mi cuerpo, calmar mi mente y reconocer mis emociones. Y lo demás, ya irá surgiendo.
Me quedo con mi día a día, con mantenerme fiel a quién soy y lo que soy.
Asesora de lactancia y madre de dos, el mayor autista. Aprendiz de autismo gracias a mi hijo.
Activista por los derechos de las madres y sus criaturas.
Y mujer en reconstrucción constante.
Deja una respuesta