SER ASESORA DE LACTANCIA (1): PERSPECTIVA DE DERECHOS

Soy asesora de lactancia, así me presento y así me siento e identifico. Para mí, ser asesora de lactancia es el equilibrio perfecto entre evidencia científica y perspectiva de derechos. En esta entrada, hablaré de mi punto de vista, mi forma de ver las cosas, sobre lo que implica trabajar desde la perspectiva de derechos.  Aunque van indisolublemente unidas la perspectiva de derechos y la evidencia científica, en esta entrada hablaré solo del primer aspecto.

¿Qué es ser asesora?

Pero ¿qué es ser asesora?… empecemos por ahí.

Ser asesora de lactancia hoy en día es decir muchas cosas y no decir nada. Porque no está regulado en ningún sitio. No existe un reconocimiento oficial, ni siquiera a la figura de la IBLCC, que podría ser lo más parecido a una profesional de la lactancia. No es una profesión homologada dentro del sistema de salud, aunque sí reconocida en muchos ámbitos.

Desde el movimiento social de la lactancia se hacen esfuerzos por homogeneizar y dotar de contenido mínimo a este activismo, a caballo entre voluntariado y actividad económica. Existen múltiples escuelas y centros de formación que de manera presencial u online ofrecen formación en asesoría en lactancia materna.

Más o menos todo el mundo parece coincidir en el nexo común del asesoramiento a madres en lactancia materna, durante el embarazo y hasta el destete, y desde el voluntariado de los grupos de apoyo. Esto sería lo más aceptado.

Así, existen asesoras voluntarias que participan en grupos de ayuda mutua en asociaciones. Principalmente son madres que se forman y actualizan y comparten además su propia experiencia de lactancia personal. Como también las hay que cobran por sus servicios.

Para complicar más el asunto, los profesionales de la salud cada vez se acercan más al mundo de la lactancia y podemos encontrar fisioterapeutas, logopedas, enfermeras pediátricas y pediatras que se han formado en lactancia materna y se autodenominan asesoras de lactancia.

La línea entre el voluntariado y la actividad económica es muy delgada en muchos casos.

Ser asesora como identidad

Así que ser asesora de lactancia, tal y como están las cosas, es más una identidad, un sentimiento que otra cosa. No existe un consenso claro sobre el límite, no hay un único examen, ni un título específico, ni acreditación, ni nada.

Lo máximo que puedes hacer es acreditarte como IBCLCC, pero como digo, tampoco está homologado dentro del sistema de salud. De manera que los límites, el contenido y la definición de lo que es ser asesora de lactancia queda en manos de la ética y valores de cada persona o de cada asociación.

Esto genera dudas, confusión y muchas veces desconfianza. Ojalá algún día podamos ver reconocida dentro de las figuras sanitarias la especialización en lactancia materna.

De esta manera, la línea entre voluntariado y actividad sanitaria (privada o pública) estaría definida. Y creo que nos ahorraríamos debates infinitos sobre hasta donde tú y hasta donde yo, entre otras muchas cosas.

En mi caso, soy licenciada en derecho, con el posgrado de experto en práctica avanzada en lactancia materna de Lactapp y Blanquerna y estudiante de psicología.

Tengo la carrera de psciología parada porque justo ahora me formo con Edulacta, en las 14 asignaturas sanitarias que necesito para poder optar a acreditarme, en algún momento, como IBCLCC.

Me formé como asesora de lactancia hace once años, cuando mi hijo mayor tenía dos años recién cumplidos.

También hice en su momento la formación de doula para descubrir que, en realidad, no me siento identificada con esa figura. Todo mi cariño a mis compañeras de curso.

A partir de ahí he aprendido mucho de forma autodidacta y a través de cursos y formaciones puntuales y a través de mi experiencia llevando grupos de apoyo y haciendo visitas a domicilio a madres recientes.

Estoy en una asociación como voluntaria, LactaMater, pero en determinados momentos he cobrado por asesoramiento.

Soy asesora de lactancia, así me presento y así me siento e identifico.

Perspectiva de derechos

Ser asesora, como decía, para mi es trabajar desde el equilibrio perfecto entre evidencia científica y perspectiva de derechos.

Un equilibrio que a veces es precario y se tambalea. Es sobre todo un objetivo que conseguir, un fin en sí mismo, más que una realidad. Porque tengamos el título que tengamos, somos personas y llevamos encima nuestro un bagaje cultural y social del que difícilmente nos podemos desprender.

Prejuicios y estereotipos que nos van a conducir inevitablemente a discriminar en algún momento. De forma consciente o inconsciente, no creo que haya nadie en este mundo que no haya sucumbido a un prejuicio.

Bueno si, los bebés, ellos no entienden de estas cosas.

¿Qué dice la teoría?

La perspectiva de derechos supone considerar al sujeto central de la lactancia a la madre y al bebé.

Nosotras, en realidad, estamos en un segundo plano. Como dicen las comadronas: “manos atrás”. Esta frase implica observar y no intervenir a menos que sea necesario, dar tiempo, confiar y retirarnos del centro de atención: quién pare es la madre, quién lacta es la madre.

(Entiendo por madre a mujeres que paren y lactan, personas transgénero que paren y lactan, mujeres que adoptan e inducen la lactancia y cualquier figura equivalente que se pueda escapar a mi conocimiento. Madre entendida en este contexto como aquella persona que ofrece su cuerpo para alimentar a un bebé).

La madre tiene derecho a una atención basada en la evidencia teniendo en cuenta sus preferencias personales y sin menoscabar nunca su autonomía. Es ella la que tomará la decisión final sobre lo que desea hacer.

La atención individualizada al bebé supone también el derecho a recibir una atención basada en la evidencia teniendo en cuenta su nivel de desarrollo y sus características y necesidades individualizadas.

Ambos, madre y bebé, son una díada, un conjunto inseparable, que se valora, se observa y se respeta en su conjunto.

Si el bebé es un bebé con autismo, sospechas de serlo o alteraciones en el desarrollo sin determinar todavía, y queremos dar una atención de calidad, debemos tener un mínimo de formación en autismo.

Saber lo que es la maternidad diversa, los retos y desafíos que supone la crianza en un mundo discriminatorio como el nuestro.

Y si no tenemos, como siempre, derivar, buscar una segunda opinión, etc.

Ideas preconcebidas fuera

Lo más difícil de todo esto es ser capaz de escuchar sin juzgar, de acompañar sin opinar.

Abrir la mirada a nuestra propia ignorancia a lo desconocido, sin echar mano de nuestro bagaje previo de prejuicios y mapas mentales propios, es una tarea titánica.

Lo cierto es que es imposible. No podemos deshacernos de todo ello, forma parte de nosotros y conforma también nuestra identidad. Los prejuicios, las ideas preconcebidas son necesarias para entender el mundo. Vamos adquiriéndolos durante nuestro desarrollo, nos acompañan toda la vida.

Y un día te pones las gafas moradas y empiezas a ver y darte cuenta de que lo que te están diciendo como verdad inmutable, no siempre se cumple. Otro día llega la discapacidad a tu casa y te pones otras gafas y empiezas a ver todo con un poco más de dimensión.

Te das cuenta de que existían colectivos de personas a los que ignorabas porque tú estás viviendo encima de un pedestal privilegiado.

Las asesoras de lactancia pasamos por una fase en la que pretendemos salvar todas las lactancias. Una fase muy intensa que tal vez sea inevitable pasar, no lo sé, pero de la que tarde o temprano te caes dándote un buen batacazo.

Para mí fue el día que vi a mi amiga asesora entrando en un grupo de apoyo dando biberón a su hija con galactosemia, el día que recibí el diagnóstico de autismo de mi hijo, el día que decidí coger una excedencia y afrontar mis propias miserias. Todo cambió.

Dejé de juzgar y opinar sobre el comportamiento de los hijos de las demás el día que decidí que no pisaba nunca más un parque, incapaz de entender a mi hijo. Ni sobre la lactancia, ni la crianza de nadie.

A veces emerge una vocecilla que me recuerda mis prejuicios y mis propios valores, pero trato de callarla rápido, a veces no lo consigo. No siempre. Deconstruir tu propia identidad para aceptar la de los demás, no es tarea fácil.

Sigue la próxima semana….

2 respuestas a «SER ASESORA DE LACTANCIA (1): PERSPECTIVA DE DERECHOS»

  1. […] decía en esta entrada, para mí, ser asesora de lactancia, se basa en estos dos pilares. En ella expuse brevemente qué […]

  2. […] decía en esta entrada, para mí, ser asesora de lactancia, se basa en estos dos pilares. En ella expuse brevemente qué […]

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