Hola,
Me llamo Noemí y soy mamá de 3 hijos: Héctor (7 años), Jordana (2 años) y Kenia (9 meses). El mayor tiene autismo y os voy a contar su historia.
Héctor siempre fue diferente, prácticamente desde que nació: apenas lloraba, era muy silencioso, evitaba el contacto visual, … Los meses pasaban y cada vez fue peor, no quería contacto físico y gritaba casi por todo.
El dolor que yo sentía con todo aquello se empezaba hacer insoportable. Llegué a tener miedo de recogerlo en la guardería porque era imposible recorrer 2 calles sin que Héctor explotara.
Expliqué a la gente de mi entorno la preocupación que me generaba, pero todo el mundo me decía lo mismo. Que si es pequeño, que si ya crecerá, que si es un mimado, que si no le hagas caso…
Nuestra suerte cambió un dia cuando a la temprana edad de 18 meses fuimos a Sant Joan de Déu porque Héctor tenía fiebre. Entramos en la consulta y la doctora me pidió que lo sentara en la camilla y le quitara la ropa. Mientras lo hacía me hizo la pregunta que nos cambiaria la vida: ¿ESTE NIÑO OS MIRA DE VEZ EN CUANDO? aguanté la respiración, miré a mi marido y le dije NO. Sentí alivio, por fin alguien veía con los mismos ojos que yo.
Nos dio un papel derivándonos a CDIAP donde ponía: POSIBLE TRANSTORNO GENERAL DEL DESARROLLO (sonaba a prepararos que esto va a doler).
Lo que vino después fue un pronto diagnóstico de TRANSTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA, y como consecuencia de ello, horas y horas de terapia. A mí me dejó el sentimiento constante de culpabilidad. Digo esto porque, con la experiencia que tengo ahora después de mis otras dos hijas tengo dudas. Sabiendo los beneficios que aporta la crianza con apego, me cuestiono si el autismo del mayor hubiera sido diferente.
Héctor ha sido criado de una forma muy diferente que sus hermanas. Fue niño de biberón y de intento de Método Estivill. Del «no lo cojas mucho que se acostumbra» y del «mejor dale purés que comen más y mejor·. Todo lo contrario que Jordana y Kenia. Ellas son niñas de lactancia materna. Tres años ininterrumpidos entre una y la otra y hasta que ellas quieran. Dormimos con ellas y las porteo siempre que puedo.
No puedo evitar preguntarme, sabiendo todo lo que sé ahora, si la lactancia con Héctor hubiera conseguido que no se ensimismara tanto. Si quizás soportaría mejor el contacto físico, si tendría más tolerancia a la frustración….
Lo que si tengo claro es que si pudiera volver atrás le daría lactancia materna hasta que él quisiera. Dormiría con nosotros y lo portearía hasta el fin del mundo.
GRACIAS Lactando en diverso por darme la oportunidad de explicar nuestra historia.
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