Estoy recuperando mis pocos momentos de autocuidado. No hay autocuidado posible cuando la vida no te da más que para sobrevivir.
Ayer por la noche entregué mi última pac de la UOC. Por fin. Ha sido una lenta agonía de días y noches sentada en el ordenador. Trabajando y estudiando. Con el blog confinado por razones obvias.
Con dificultades para dormir a veces, otras con dificultades para despertar y empezar el dia. Altos y bajos emocionales. Una montaña rusa de las grandes.
Después de estos meses de pandemia, he acabado de entregar trabajos de la universidad. Haciendo teletrabajo, con un un hijo que cada día se encierra más en si mismo, una hija adicta a la televisión porque no podemos estar por ella durante horas y un sentimiento de tristeza que lo nubla todo.
Así es el teletrabajo en tiempos de pandemia. Así es la crianza diversa en tiempos de pandemia y teletrabajo. Un conflicto permanente entre la responsabilidad de cuidar de tus hijos y de cumplir con tus obligaciones laborales.
Estudiar una carrera a la vez que trabajas y tienes a tus hijos en casa las 24 horas no era algo para lo que estuviera preparada.
Pero, todo pasa.
Y ayer acabé el semestre. Me falta tan solo conocer las últimas notas para saber si he de ir a examen o no.
De momento, en estos días de tregua he decidido levantarme un poco más temprano todos los días e ir a pasear.
Recuperar un poco ese autocuidado que tenía olvidado en algún cajón desde hace meses.
Con apenas cuatro personas por la calle, tranquilidad y espacio propio.
Un lujo en tiempos de pandemia.
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