Parece difícil hablar de felicidad en momentos como éste, en mitad de la pandemia causada por el coronavirus. Seiscientos muertos en un día. Sanitarios en todo el país sin EPI. Estamos viviendo una emergencia sanitaria sin precendentes que nos está poniendo delante del espejo todas nuestras miserias.
Una sociedad desigual e injusta que tapa sus defectos con capas de cemento barato y ante el peso añadido del coronavirus, abre brechas difíciles de reparar.
Veremos qué estructuras sociales y económicas nos quedan cuando todo esto se acabe.
¿Cómo conseguir la felicidad en tiempos de coronavirus?
La incertidumbre asusta. No saber qué va a pasar, cuando va a acabar el confinamiento y si vamos o no a caer enfermos nos hace sufrir.
Me pregunto si estoy viviendo en mi piel las dificultades para preveer acontecimientos que tiene mi hijo. Si la inseguridad que siento y los sentimentos de falta de control y peligro son los mismos que siente él cuando, de improviso, cambiamos de actividad.
Hace más de una semana que acudí a mi puesto de trabajo por última vez. Sin fecha de vuelta. Nos reunimos, planificamos cómo nos íbamos a organizar, cerramos la persiana y nos despedimos.
La soledad. El encierro. La falta de sol y naturaleza. La falta de recursos económicos. De estructuras sociales de apoyo. Los problemas de salud, física y mental que se incrementan ante el confinamiento.
Muchas personas tendrán que transitar por un duelo. Pérdidas. El trabajo. Relaciones personales truncadas. La salud. Y la muerte de seres queridos.
Y a pesar de todo, esto pasará y será un recuerdo. Más o menos amargo, más o menos doloroso, con más o menos consecuencias, pero pasará. Formará parte de nuestra memoria.
¿De qué depende que recordemos las cosas con pena o con alegría?
Dice Daniel Kahneman que nos equivocamos cuando pensamos en la felicidad. Que la felicidad no es esa alegría infinita o ese bienestar extremo en el que pensamos. Existen trampas cognitivas que nos engañan y hacen que nuestras memorias, nuestros recuerdos no sean tan fidedignos como nos creemos.
La felicidad como concepto es difícil de definir. Es relativa. Cada persona puede tener una idea diferente de lo que la hace feliz. ¿Pero se trata del dinero? ¿De la salud? ¿Del amor? ¿O se trata de cómo nos contamos a nosotros mismos la historia de nuestra vida?
La memoria es un proceso cognitivo complejo. Supone codificar, almacenar y recuperar información. Pero no es un proceso exacto, no es tan fácil como poner una cámara y empezar a grabar. Los sentimientos con los que vivimos las experiencias hacen que recordemos antes una amistad lejana que lo que comimos en nuestro quinceavo cumpleaños.
Según Kahneman, confudimos experiencia o vivencia con memoria. La vivencia diaria nos puede dar una medida del bienestar de una persona. Si tiene recursos económicos, sociales, laborales, personales… Pero los recuerdos que tenga esa persona no serán más felices por las vivencias que haya disfrutado, por tener o no tener aquello que supone nos da la felicidad, sino por como convertimos en relato esas vivencias.
«Experiencing self» y «Remembering self»
Me resulta dificil traducirlo. Lo intento explicar, más que traducir. «Self» sería el «Yo». Podríamos decir que cuando hablamos de las personas tenemos que dividir su «yo» en dos aspectos: el de la experiencia o vivencia y el de la memoria.
Nuestro día a día lo vive, lo siente, lo razona nuestro «experiencing self», pero muchas de las actividades que registra, siente o vive no quedan guardadas en nuestra memoria. No recordamos exactamente como nos pusimos los zapatos y salimos a la calle a pasear hace más de una semana, antes del confinamiento.
Pero sí que recordamos y evocamos aquellos largos paseos, con las calles llenas de gente, los olores de las cafeterías, los sonidos de la calle.
En estos días de aislamiento, nuestro «remembering self» nos cuenta una y otra vez la historia de aquellas cenas con amigos hasta altas horas de la noche. Nos explica cuentos y relatos sobre nuestra anterior vida diaria libre y sin confinamiento.
En estos días de incertidumbre y soledad, se hace más doloroso recordar aquello que no podemos hacer. Tendemos a idealizar los recuerdos y a dotarlos de un aura casi mágica. Yo misma viví con tristeza dejar mi puesto de trabajo. Aquel viernes, pensar que no iba a volver al lunes siguiente, que no iba a coger el autobús, ni a tomar café con mis compañeras,… me entristecía. Pero el mes pasado me levantaba quejándome por las mañanas del sueño, me molestaba salir temprano por la mañana y pasar frío…
¿De qué depende que la historia que nos cuenta nuestra memoria sea positiva o negativa?
De los cambios importantes, de los momentos especiales y los finales de esos relatos, las conclusiones de tus historias de vida.
Recodamos acontecimientos importantes: una boda, el nacimiento de un hijo, el día que conocimos a nuestro mejor amigo, un viaje,… Y dependerá del final de cada uno de estos relatos o acontecimientos que lo vivamos de forma positiva o negativa.
Daniel Kahneman pone un ejemplo muy didáctico. Os pondré un ejemplo parecido. Estás en un concierto, escuchando a tu grupo de música favorito, llevas dos horas de concierto perfecto y en la última actuación, se estropea algo del equipo de sonido y empezáis a escuchar un ruido insoportable que hace que todos tengáis que abandonar el concierto.
Tu vivencia ha sido maravillosa durante dos horas. Solo durante diez minutos tuviste una experiencia negativa. Y tú recuerdas ese concierto como un completo desastre porque tuviste que marcharte corriendo ante el ruido ensordecedor.
¿Puedo cambiar el final de mis historias? ¿Puedo vivir de forma positiva algo como el coronavirus?
No puedes cambiar tu «experiencing self». No podrás cambiar los acontecimientos, pero tal vez puedas cambiar ese relato que crea nuestro «remembering self». Con ayuda de personas que puedan contribuir a que las experiencias negativas se transformen en historias dignas de recordar.
No sé si te has dado cuenta, pero hablo de transitar por los duelos. El coronavirus nos está haciendo vivir pérdidas de muchos tipos. Necesitaremos manos amigas que nos acompañen en la transformación de la pérdida en un relato calmado y sostenido.
Las consecuencias psicólogicas y emocionales de la pandemia que estamos viviendo, no las conoceremos hasta que no hayamos construido cada uno de nosotros nuestro propio relato sobre los acontecimientos.
En la medida en la que nos sea posible, todos deberíamos tratar de cuidarnos, protegernos y mantener la calma. Es una forma de contribuir a que la memoria que guardemos todos de estos meses, sea lo menos dramática y dolorosa posible.
Referencias
TED (1 de marzo de 2010) The riddle of experience vs. memory. Daniel Kahneman. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=XgRlrBl-7Yg
Saiz Roca, D. (2019) Aspectes conceptuals i metodològics, Barcelona, FUOC
De la Fuente, A. y Pousada, M. (2019) Els sistemes de la memòria, Barcelona, FUOC
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