Aún a riesgo de salir escaldada del debate y después de mucho meditarlo y darle vueltas, entro dentro y explico mi postura.
Mi hijo tiene 10 años, hace unos dos años y medio, o tres, aproximadamente que supimos que tenía autismo y TEL.
Los encontronazos con el sistema educativo ya los habíamos tenido y bien gordos.
Solo deciros que este próximo curso empezamos en la tercera escuela. Por motivos diversos (que ya expliqué en otra entrada) pero que definen un escenario que, por causas diferentes, se repite en los niños con necesidades educativas especiales. No es muy habitual que un niño, de los no considerados NEE, esté en tres colegios diferentes a lo largo de la etapa escolar por dificultades de encaje.
Podéis leer este testimonio en el blog de madre reciente.
Así la cosas, empecé a interesarme por el concepto de educación inclusiva al mismo tiempo que empecé a leer todo lo que caía en mis manos sobre autismo.
Ilusa de mí, cuando mi hijo empezó a salir del aula ordinaria prácticamente todas las horas del día, me alegré y pensé ¡oh! ¡que bien! Tendrá la atención que necesita.
Me duró poco.
En una reunión escolar a la que asistí, de las muchas a las que he asistido ya, una maestra de educación especial les dijo a los papás y mamás que a veces los niños que no tenian nada, iban a su aula a profundizar algunos conceptos, pero que no pasaba nada, que no era nada malo y que volverian al aula enseguida.
Se me cayó el alma al suelo.
La discapacidad, para empezar, no se contagia y para continuar, está claro, que sí, sí que pasan cosas por ir al aula de educación especial: te marcan, te señalan.
Un antes y un después de aquella frase, de aquella reunión.
Mi hijo, como todos los que le acompañan cada día y salen de la clase, tendrían que estar en el aula, con sus compañeros, y no marcados, con esa marca invisible que los convierte en los diferentes, en los especiales.
Otra más: obvio que mi hijo con autismo ha utilizado y utilizará siempre pictogramas y soportes visuales. Tiene autismo, es un pensador visual y además es que con el dibujo expresa sentimientos, con las imágenes desarrolla ideas y aprende.
Es una estupidez no ponerle pictogramas porque en la clase se darán cuenta de que tiene autismo.
Esta es otra frase que me regalaron en algún momento de nuestro deambular por el sistema educativo, es que «los compañeros se darán cuenta». Claro, ponerle pictogramas no, explicar abiertamente las cosas no, pero verlo solo dando vueltas y hablando en voz alta a la hora del patio, eso no, no pasa nada, no lo ven los compañeros, como si los niños fueran idiotas…
Bien, pues en la escuela no habian pictogramas, pero en casa si, porque al contrario de lo que pudieran pensar algunas personas, no me averguenzo de que mi hijo tenga autismo ni lo oculto.
Cierto es que hasta hace unos meses no tenía un blog ni utilizaba las redes sociales como herramienta de difusión. Pero aunque no hubiera sido así, repito: no me avergüenzo de que mi hijo tenga autismo y es más, es importante que la gente que le rodea, que trata con él y lo quiere, lo sepa. Que sepan qué es el autismo y sepan y entiendan las peculiaridades del niño, que son suyas y hay que respetarlas.
Otra situación de aquellas que me hicieron abrir los ojos fue una visita que hicieron en el colegio a un centro de educación especial. Una iniciativa que podría ser muy chula pero que parte de un concepto erróneo: la segregación.
Tal y como estaban las cosas en ese momento, en casa habia pictogramas y en la escuela no. Y se fueron de excursión al centro de educación especial y allí pues se ve que mi hijo vio los pictogramas y hizo algún comentario explicando que él en casa tenía de esos dibujos. Parece ser, que no lo sé, porque mi hijo explica bien poco de su vida en la escuela, que hizo el comentario como con pena, vamos que se me dio a entender que: ves, mejor no tener pictogramas en la escuela, para que no se den cuenta de que es diferente, porque todos somos iguales en la escuela.
No se trata de que sean todos iguales, es ABSURDO, son 25 niños de 25 familias diferentes, con padres y madres diferentes, contextos socioculturales diferentes, niveles económicos diferentes, etc.
No se trata de que parezca que son todos iguales, se trata de que puedan ser diferentes y se les respete tal cual son.
Tal vez es que deberíamos dejar de ver los pictogramas como algo nefasto y utilizarlos como apoyo comunicativo.
Se beneficiaran muchas personas, pero en fin, el objetivo de este post no es hacer un alegato en favor o no de los pictogramas.
El objetivo es hacer un alegato en favor de la inclusión sin matices.
Se ha abierto un debate crudo y doloroso en las redes sociales sobre si cerrar o no los centros de educación especial.
Debo decir que en ningun momento, por lo menos a mi, me ha llegado ninguna noticia sobre que se vayan a cerrar.
Lo que si sé, es que en Cataluña la propuesta es reconvertirlos en centros de recursos y reducir la atención a niños que realmente por sus circunstancias no puedan cubrir sus necesidades estando en otro centro.
Me da la sensación de que se ha polarizado al extremo la lucha por la desaparición de la figura de los centros de educación especial y se han mezclado conceptos.
Como tales, como centros de educación especial, como centros de educación reservados para niños con discapacidad, deben…no desaparecer….reconvertirse.
La educación especial no tiene el lugar que se merece. La educación especial no es atención asistencial. La educacion especial es atención a la diversidad y como tal debe ser transversal a todas las especialidades: música, lenguas, matemáticas, etc.
Lo que aquí ha pasado es que cuando unos cuantos han empezado a gritar por el cierre de los centros de educación especial, se les ha olvidado que allí dentro hay niños y familias y profesionales que lógicamente se han sentido amenazados.
El discurso del cierre ha sido un error y se ha vivido como una injerencia por parte de las personas que están fuera de esos centros hacia los que conviven cada día allí.
Mi voz es muy pequeña, solo soy una madre de dos niños, que se dedica en un pueblo pequeñito a asesorar en lactancia materna a grupos de madres y en su tiempo libre escribe y comparte pensamientos, pero me gustaría que me escucharais.
He conocido muchas mamás y papás por aqui cerca y otros y otras a traves de las redes sociales, que son una ventana muy grande al mundo y todos compartimos lo mismo:
- Queremos que nuestros hijos salgan adelante con las mismas oportunidades.
- Que tengan una vida digna y que cuando no estemos la sigan teniendo.
- Queremos que se les mire con respeto, que no sean el raro, el especial, el diferente…¡aunque lo sean! Pero queremos ir a la playa, al parque, al cine y que no se nos mire con pena y condescendencia.
- Y que dispongan de los recursos que necesiten para desarrollarse plenamente: logopedas, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, educadores, etc.
La inclusión es un derecho humanos básico. El sistema educativo actual es segregador y discriminador y no reparte de forma equitativa los recursos.
Educación inclusiva si, totalmente.
Equidad sí, totalmente.
Demos a cada niño lo que necesite, escuchemos a las familias y olvidémonos del discurso del cierre, reconvirtamos y transformemos.
Pongamos a la educación especial en el lugar que se merece: transversal y como atención a la diversidad.
Y por encima de todo, respeto.
En la diversidad cabemos todos.
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