Capacitismo y discafobia

Capacitismo y discafobia en el Parque Warner de Madrid.

Una madre ha recibido una paliza por defender a su hijo autista en el Parque Warner.

Esta es la noticia:

Un grupo de hombres insultaba y se mofaba de su hijo: «Mongolo», le llamaban.

Soy madre de un niño con autismo. Yo hubiera hecho lo mismo. A mi también me hubieran dado una paliza. Hubiera defendido a mi hijo de las agresiones de un grupo de adultos discafóbicos y capacitistas.

La discafobia es la aversión obsesiva contra personas con discapacidad y el capacitismo es la discriminación y el prejuicio social contra personas con discapacidad.

Pero son dos palabras que no están en el diccionario.

Lo que no se nombra no existe y ni discafobia ni capacitismo aparecen en la Real Acadmia de la Lengua.

Son dos palabras que reflejan la sociedad en la que vivimos: discriminatoria y excluyente. 

Para poder cambiar las cosas, tenemos que empezar por ser conscientes de lo que está pasando.

El sistema educativo, el ocio, la vivienda, el mundo laboral… son todos aspectos de la vida de las personas en los que las personas con discapacidad se ven constantemente excluidas y discriminadas.

Demos nombre a la realidad de miles de familias que somos obligadas a vivir en el camino paralelo de la exclusión y la discriminación.

La mía, la primera. 

Basta de discriminación y de agresiones.

PETICIÓN EN CHANGE.ORG

He creado una petición en la página www.change.org para reclamar que la RAE recoja las palabras capacitismo y discafobia.

Para reclamar y visibilizar. Sobre todo VISIBILIZAR porque, lo cierto, es que no nos ven. Nos ignoran.

Especialmente a las personas con discapacidad en primera persona.

FIRMA AQUI LA PETICIÓN

Una respuesta a «Capacitismo y discafobia»

  1. Avatar de F e r m i n Romero de Torres

    Será de cobardes ocultar la identidad autista pero recibir burlas y/o agresiones a cambio de un trato algo diferente va dando mucho miedo.

    En las colas del super he llegado a marearme alguna vez, no sé si como todas.
    Los nervios que me producen llegar a una cola de gente me hacen desistir de inmediato, retirarme, no querer, buscar alternativas, cambiar la hora, el día. No sé si como todos.
    A pesar de ello lo intento. Lo intentaba antes sin saber qué me pasaba. Porque era necesario. Lo sigo intentando ahora y saberlo me ahorra la frustración y los auto-insultos.

    Pero es una lástima que una criatura no pueda disfrutar esas pequeñas-grandes ayudas.
    Pequeñas para quienes no tienen discapacidad, grandes para las demás personas.

    No concibo cómo alguien se puede meter en un sitio así con la mente tan cerrada, tan dispuesta al odio y la agresión. No imagino cómo un hombre adulto agrede a una madre con su hijo. Qué bajo fondo moral. Cuánta brutalidad gratuita.

    Temo observar cómo la humanidad nunca aprende de sus propios errores. Lo fácil que resulta agarrar un ideario, una bandera o un tomo de hace 2000 años, cuando la ignorancia humana imperaba, para matar o ser muertos pero, eso sí, agarrados al libro o la tela coloreada y el ideario incorrupto.

    Podremos añadir estas palabras al diccionario, es un comienzo. Pero necesitamos también más conocimiento, inteligencia social y moral para poder comprenderlas en su sentido más amplio. Para que no cojan polvo entre las demás.

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