Esta semana os comparto una revisión sistemático y un metaanálisis publicado en octubre de 2017.
La revista Nutritional Neuroscience publicaba en octubre de 2017: Maternal breastfeeding and autism spectrum disorder in children: A systematic review and meta-analysis. Más abajo podréis encontrar la referencia completa y el enlace de descarga.
Para empezar, ¿qué es una revisión sistemática? ¿Y qué es un metaanálisis?
Una revisión sistemática, explicado de manera simple y sencilla, es un trabajo de investigación que analiza los estudios científicos que se han publicado sobre una materia concreta.
Se realizan búsquedas de literatura científica en base a unos criterios preestablecidos. Si esos criterios son referidos a datos estadísticos como población estudiada, porcentajes, etc… se considera que es un metaanálisis.
Un metaanálisis puede contener datos descriptivos pero lo que hará es comprobar la cantidad de estudios, la población estudiada en términos estadísticos y todo tipo de valoraciones cuantitativas que sean aplicables.
Por tanto, las revisiones sistemáticas (sean cualitativas o cuantitativas) aportan mucho, dado que nos dicen si se investiga mucho o poco sobre un tema, si los estudios que hay son de calidad, si la población investigada es amplia o escasa, etc.
Autismo y lactancia
Pues bien, en esta caso os traigo una revisión sistemática y metaanálisis que busca analizar el estado de la ciencia alrededor de la relación entre lactancia materna y autismo.
Ya os avanzo que las conclusiones son que hacen falta más estudios para poder afirmar cosas con vehemencia.
Con todo, arroja algunos datos que son interesantes para tener en cuenta y reflexionar un poco.
Menor índice de lactancia materna
Me llama la atención al leer este artículo que concluye que los niños y niñas diagnosticados con TEA tienen índices menores de lactancia materna que los no diagnosticados.
Para mí aquí seria muy interesante analizar el porqué. Para nuestro trabajo como asesoras de lactancia, pediatras, comadronas y todo aquel que trabaje de manera indirecta con madres y bebés sería una información muy valiosa.
Puedo aventurar (esto en mi opinión) aspectos que creo inciden en este tema: bebés muy demandantes, hipersensibles, con llanto que llama la atención por su duración y frecuencia puede llevar a la conclusión errónea de que se trata de un bebé que pasa hambre o que tiene algún tipo de alergia o intolerancia no detectada.
Esto pasa. La pregunta es, ¿cuantos de esos bebés serán diagnosticados después con TEA?
La falta de apoyo del entorno, de formación en lactancia materna por parte de profesionales es siempre un factor que influye en la duración de la lactancia. Habría que ver en qué medida tiene esto relación con el diagnóstico de TEA.
También la falta de una cultura de la lactancia materna, los mitos y prejuicios alrededor de la misma tienen que ponerse en relación con el posterior diagnóstico de TEA. Sabemos que a las madres cuyos hijos acaban diagnosticados de autismo (o de lo que sea) les recomiendan destete casi de forma sistemática (salvo honrosas excepciones). ¿Qué influencia tiene esta falta de cultura de la lactancia en los primeros meses decisivos para el establecimiento de la misma?
Ninguna de estas preguntas tendrá una respuesta contundente hasta que no se investigue y aplicando el método científico podamos llegar a una conclusión contrastada.
Efecto protector de la lactancia materna respecto del desarrollo del bebé.
Por último, tengo que destacar el efecto protector de la lactancia materna respecto del desarrollo del bebé. El estudio concluye que tanto la lactancia exclusiva como la mixta (el factor clave debe ser la lactancia materna en sí) tienen un efecto protector respecto del desarrollo y por tanto los niños con TEA amamantados tendrían un desarrollo más óptimo que los que no tomaron ni siquiera mixta.
Pero no puedo lanzar campanas al vuelo. El mismo estudio nos dice que se necesitan más investigaciones para poder determinar la relación existente entre lactancia materna y desarrollo más adecuado de los niños con TEA amamantados.
Es decir, sabemos que hay una relación positiva, pero no sabemos exactamente cómo funciona esta relación. Es verdad (y de eso iré recopilando más entradas como esta) que algunas evidencias existen al respecto del desarrollo del habla por ejemplo.
Pero nos falta saber más. Probablemente porque son muchas las implicaciones en el desarrollo. La lactancia materna es la forma natural de alimentar a los bebés, de eso no me cabe ninguna duda. Por tanto, es una alimentación pensada después de muchos años de método científico por parte de la naturaleza para que los bebés tengan un desarrollo óptimo. El cómo, de qué manera y en qué factores influye es lo que tal vez aún tengamos que investigar. Además de conocer otros aspectos que influyen en el desarrollo (lugar de residencia, factores genéticos, ambientales, etc) y que podrían ser también determinantes en el futuro del bebé.
Por tanto, solo nos cabe esperar que se siga investigando más y mejor para conocer mucho más como la lactancia materna influye en el desarrollo de los niños y niñas en general y como influye en el posterior desarrollo de los niños y niñas con TEA.
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