Dicen las malas lenguas que si a un niño autista lo alimentas con lactancia materna lo estás haciendo dependiente, no dejas que avance y además vas a impedir que empiece a hablar.
Podríamos quitar el calificativo de autista y seguiría siendo una frase habitual.
Esta barbaridad que acabo de soltar forma parte de algunos de los mitos existentes alrededor de la lactancia y el autismo.
La culpa es de la teta, sube la bolsa, baja la bolsa, llueve, hace sol, etc.
Los autistas están en su mundo, no saben lo que es la empatía, no sonríen, etc.
Bla, bla, bla,…
Hace poco comentaba en otra entrada, Logopedia para todos, la discriminación actual, al menos en Cataluña, hacia los niños con autismo.
A mi que me perdonen, pero es una discriminación de libro: tienes diagnóstico de autismo, no tienes logopedia.
En fin, una de tantas situaciones en las que: «O demandas, o te callas».
Otra situación discriminatoria que se puede producir en estos casos es que indiquen destete por que el habla no progresa, el niño no avanza o directamente la lactancia interfiere con la terapia.
Se trata de una situación que pone en entredicho la autonomia de la familia y en especial de la madre para tomar decisiones respecto a la crianza de sus hijos y su propio cuerpo.
Veamos que hay de verdad en estas afirmaciones, si es que la hay, claro.
Los bebés nacen para lactar
En la lactancia, como en la maternidad, confluyen aspectos biológicos, sociales y personales.
Para la madre hay una parte instintiva o intuitiva y una parte de aprendizaje, de construcción de la propia identidad materna a través de la interacción con las personas que la rodean.
Sus recursos personales, sus habilidades emocionales y capacidades propias también tienen un peso en el resultado final de la lactancia.
Para los bebés, en cambio, todo son reflejos que vienen programados en ese pequeñito ser que acaba de nacer.
Reflejos como el de succión y deglución pensados para asegurar la supervivencia del bebé en un entorno hostil.
Los carrillos prominentes y llenos de grasa, su llanto, su cabeza proporcionalmente más grande que el cuerpo, su cuerpo redondo y su olor característico.
Todo son estrategias que como mamíferos hemos adoptado para asegurarnos que como especie las crías de ser humano van a ser cuidadas y alimentadas.
La coreografía de la succión.
Unos 20 huesos y 60 músculos participan en la coreografía de la succión. (A.Garcia)
La faringe y la laringe están próximas como nunca volverán a estarlo.
Succión, deglución y respiración bailan siguiendo la coreografía de la lactancia.
Pero la coreografía de la succión puede verse comprometida por dificultades relacionadas con el parto, asesoramiento erróneo al respecto del agarre, posición y postura adecuados para lactar, separación madre-bebé, discapacidad presente en el bebé como cardiopatías graves, daño neurológico, etc.
Con un bebé gran prematuro, con hipotonias, hipertonias, anomalías de la cavidad bucal (labios leporinos, fisuras, …), es un reto amamantar.
Es una realidad que no se puede menospreciar. Los bebés nacen preparados para lactar pero algunos lo van a tener especialmente difícil.
Esa coreografía permite que el bebé ejercite los músculos de la cavidad oral, que ejercite y practique movimientos que posteriormente le van a ser útiles para beber de un vaso, succionar de una pajita, soplar las velas de un pastel, comer, tragar una pastilla y por supuesto: hablar.
Por supuesto para el desarrollo del habla hacen falta otros bailes y otras coreografías que pueden impedir su desarrollo, como daños neurológicos o alteraciones sensoriales.
La lactancia materna es la alimentación fisiológicamente esperable, pensada para el desarrollo habitual de los bebés, por lo que no puede interferir en su desarrollo en general y mucho menos en el desarrollo del habla.
El desarrollo habitual de los bebés supone el inicio espontáneo del lenguaje alrededor del séptimo mes aproximadamente. Alrededor de los 18 meses se produce una explosión de vocabulario. Si los hitos habitules en el desarrollo del habla y la aparción del lenguaje estructurado no se producen, no perdamos el tiempo forzando destetes absurdos: busquemos la causa real de ese desarrollo atípico del habla.
Las dificultades de la lactancia materna en niños mayores
La única dificultad con la que se encuentras madres y niños mayores para amamantar es el rechazo social. (Comité lactancia Materna 2015).
Nada más.
No hay ninguna contraindicación médica que no haya llegado antes.
La única incompatibilidad real con la lactancia materna es la Galactosemia que se diagnostica al poco de nacer.
Que tan solo lleguen a lactar el 46,9% de las madres a los seis meses sospecho que no se debe a decisiones personales, aunque por desgracia no tenemos un sistema estadístico fiable que nos ayude a entender tasas tan bajas de lactancia materna.
En cualquier caso, lactancia materna y autismo son compatibles, la decisión de destetar es de la madre y de nadie más.
Es una cuestión de derechos.
Referencias y fuentes para consultar
La lactancia materna en cifras, comité de lactancia materna AEP 2016
La lactancia materna en niños mayores o prolongada AEP 2015
Rendón Macías, Mario Enrique, & Serrano Meneses, Guillermo Jacobo. (2011). Fisiología de la succión nutricia en recién nacidos y lactantes. Boletín médico del Hospital Infantil de México, 68(4), 319-327. Recuperado en 17 de julio de 2019, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-11462011000400011&lng=es&tlng=es.
Deja una respuesta