Exactamente hoy hacen tres años de aquel «por todas las pruebas y tests realizados, se confirma el diagnóstico de autismo».
Casi dos años de excedencia voluntaria por el cuidado de los hijos.
Y un año de blog y redes sociales.
Podría añadir seis meses de visitas a una psicóloga y mis tres semestres de la carrera de psicología en la Uoc.
Han pasado millones de cosas: el fin de mi etapa en Areola, nuestra aventura en Porta’m y por último crear de la nada la Asociación LactaMater: los talleres, las formaciones, los grupos, las familias…
Ya no me duele mirar atrás y recordar ese 18 de febrero de 2016, el día del impacto del diagnóstico en mi vida y en la de mi familia.
Ese día entré en un proceso autodestructivo en el que no me podía permitir parar. Y en alguna parte estaba yo, escondida y muerta de miedo, mientras mi cuerpo se movía de un lado a otro disimulando y haciendo como que no pasaba nada.
La gota que colmó el vaso fue una crisis de las que hacía tiempo no vivíamos con #PequeñoThor, en un día de visitas médicas, esperas y cambios sin anticipar.
Mi hijo, mi niño, entró en cólera y sin ser consciente de lo que hacía empezó a pegarme puñetazos y cabezazos en medio de la consulta con la logopeda. Demasiados estímulos, demasiada exigencia.
Aquella noche no pude cenar, ni dormir y al día siguiente cuando pude ir al trabajo comuniqué a la empresa que había decidido pedir una excedencia.
A las visitas médicas, las terapias, las reuniones, la maldita burocracia, el proceso de duelo que vives con la llegada de un diagnóstico, añádele tus responsabilidades laborales y trata de ser capaz de buscar tiempo para ti misma en toda esa vorágine.
Conciliación dicen.
Organízate dicen.
Delega dicen.
Pide ayuda dicen.
Me río yo de todo eso.
Este mes he comunicado a la empresa mi intención de retomar mi actividad laboral. El dia 1 de marzo me incorporo de nuevo a mi puesto de trabajo, con una reducción de jornada y un horario que casi puedo considerar un privilegio.
Soy cuidadora, soy trabajadora, soy asesora de lactancia, soy estudiante, ninguna de estas facetas debería ser un obstáculo para las demás.
Si puedo volver a trabajar es porque hemos arrimado todos el hombro en casa y nos hemos puesto las pilas a aprender y adaptarnos para sobrellevar el día a día.
Puedo volver a trabajar porque tengo la excepcional suerte de estar en una empresa que tiene en cuenta la conciliación de sus trabajadores.
Vuelvo a a trabajar porque ya no tenemos un niño sin diagnosticar y con niveles de ansiedad estratosféricos.
Tres escuelas después, un traslado de domicilio y mucha terapia con grandes profesionales nos han servido para encontrar nuestro equilibrio.
Sigue siendo autista. Siempre lo ha sido. Siempre lo será. La diferencia es que ahora tenemos apoyo, aunque sea pagando, de un equipo de profesionales que llevan desde el momento del diagnóstico haciendo su trabajo.
La atención pública en los CSMIJ es escasa y de mala calidad. Por mucho empeño que le puedan poner los profesionales, no cubren ni de lejos las necesidades terapéuticas que tiene nuestro hijo. Cuarenta y cinco minutos cada tres meses no dan para mucho.
Y sé perfectamente que la lucha no se ha terminado. El paso a secundaria va a ser una batalla más que librar.
Pero mi herida emocional se ha cerrado, mi mochila se ha recompuesto y llevo unas botas nuevas para caminar.
El 1 de marzo vuelvo a mi trabajo. Es un círculo que se cierra y me permite decir bien alto: lo he superado, vi el pozo profundo a mis pies y no caí.
Y vuelvo con logo nuevo: de color azul, el favorito de mi hija, porque es el del autismo. Con una mujer de perfil, representando a la maternidad, del pecho cae una gota en forma de corazón: todas podemos lactar, todas podemos no hacerlo, pero nadie nos puede negar nuestra capacidad de decidir. El autismo y la lactancia son compatibles, la decisión de destetar es nuestra y de nadie más.
Hoy es el día mundial del Síndrome de Asperger.
Ya no existe como categoría diagnóstica.
Pero es un día que siempre recordaré y tendré presente en mi memoria.
Fue el principio y el fin de muchas cosas.
Empezamos otra etapa.
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