El 29 de septiembre estuve disfrutando de una jornada formativa con Educatio, con una formadora excelente: Lupe Montero.
Un día entero aprendiendo sobre maneras de aplicar las nuevas tecnologías en el día a día con el objetivo de facilitar la autonomía y la comunicación de las personas.
La mayoría de los asistentes eran profesionales de la educación, algunos psicólogos, logopedas y alguna familia.
Me pregunto en qué grupo me incluiré cuando tenga la carrera de psicología: ¿profesional?, ¿familiar?, ¿las dos cosas?. Las dos cosas. Totalmente.
Es bastante difícil separar ambas identidades y aún cuando no tienes una carrera, con el paso de los años, vas adquiriendo un conocimiento que supera por desgracia a veces al de algunos llamados «profesionales». En el mundo del autismo, quedan muchas barreras por romper, barreras muchas veces impuestas por miradas limitantes, incapacitantes, por mucho título universitario que tengan esas miradas.
Así que lo primero que hizo Lupe Montero fue desmitificar el uso de las nuevas tecnologías. Tal cual. ¡No pasa nada por usar tablets, móviles, ordenadores, etc! Siempre que lo hagamos con un objetivo a trabajar detrás y una planificación. (Luego explicaré un poco más de este tema.)
Si me gustó algo de toda la formación, fue la perspectiva de derechos que impregnaba todas y cada una de sus palabras.
Imprescindible hablar de derechos en todos los ámbitos. Máxime en espacios en los que constantemente se viven situaciones de exclusión.
DERECHOS.
Derecho a la accesibilidad cognitiva, derecho a la comunicación, derecho a la libertad de expresión, derecho a ejercer la propia autonomía, derecho a una vida independiente.
Y las nuevas tecnologías nos pueden ayudar y mucho a conseguir que se rompan las barreras que impiden el ejercicio pleno de los derechos de las personas.
La Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad reconoce en su preámbulo, apartado e), lo siguiente:
«La discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás»
Primero, matizaría, dando un paso más, que las deficiencias se dan precisamente por las barreras debidas a la actitud y al entorno. Pero está bien que admita que son las actitudes y el entorno los que impiden ejercer plenamente los derechos de las personas.
Así pues, rompamos barreras y empecemos a ver las nuevas tecnologías, a los sistemas aumentativos y alternativos a la comunicación como herramientas útiles que pueden acompañar a la persona en su vida diaria, facilitándole autonomía y comunicación.
Lupe Montero contestó a una intervención del público, que preguntaba sobre cuando quitar el apoyo de la tablet y la ponente le contestó con una pregunta y una reflexión:
¿No le quitarás un bastón a un ciego? ¿Porqué con los pictos y los soportes visuales o una tablet nos lo planteamos? Cada persona tiene un estilo cognitivo, tiene unas capacidades que son suyas y no podemos negarles el derecho a recibir los apoyos necesarios.
Grande, muy grande la respuesta. Bravísima.
La tecnología está al alcance de nuestra mano. En nuestro teléfono móvil llevamos un pequeño ordenador que nos permite comunicarnos con personas que están muy alejadas de nosotros, nos permite buscar información sobre cualquier cosa, ubicarnos en un mapa, llevar una agenda, pedir cita con el dentista, etc.
¿Por qué no usarlas para dar apoyo?
Las posibilidades son infinitas y en ello radica la principal dificultad. Cómo gestionamos todas esas posibilidades, cómo acotamos, qué queremos hacer, qué límites ponemos…
Para empezar, las recomendaciones mínimas sobre el uso de las pantallas.
Son recomendaciones que habrá que ver en cada caso como se individualizan.
Las recomendaciones actuales, según la Academia Americana de Pediatria son de:
- 0 – 2 años: Nada de pantallas
- 2 – 5 años: Entre media y una hora al día
- 7 – 12 años: una hora con un adulto delante. Nunca en horas de comidas
- 12 – 15 años: Una hora y media. Mucho cuidado conlas redes sociales
- + de 16 años: Dos horas. Los dormitorios no deben tener pantallas
Os dejo aquí el enlace a una web y en concreto a un articulo detallado en el que se explican las recomendaciones actuales.
El ejercicio físico y las actividades sin pantallas deben ocupar la mayor parte del día.
¿Pero que pasa cuando hablamos de un niño que no puede comunicarse con lenguaje hablado? ¿Vamos a limitarle el acceso a una tablet con la que se comunica a través de pictos?
No. El problema de la pantalla es la absorción de la atención y la anulación de la iniciativa del niño. La pasividad. Si el niño lo utiliza para algo tan trascendental como es la comunicación, no le vamos a poner límite. Es su voz.
En niños con autismo y en cualquier otro niño, debemos preguntarnos para qué van a usar ese dispositivo, esa pantalla. Si lo van a hacer de un modo pasivo o si van a estar practicando alguna habilidad o aprendiendo contenido.
Creo que todos estamos de acuerdo que no es lo mismo mirar vídeos de you tube sin filtro ninguno, que estar buscando vídeos sobre el sistema solar para hacer después un trabajo para la escuela o sencillamente porque queremos aprender sobre ello. Sobretodo por que en el primer caso, lo más probable es que lo hagan solos y en el segundo acompañados.
Lupe Montero fue desgranando uno a uno los diferentes estilos cognitivos, ahora ya si que referidos al TEA, desde el niño o el adulto que no es verbal y utiliza un comunicador, hasta el autismo que con apoyos consigue una gran autonomía.
Este es otro punto que aprecié y valoré muy positivamente, la ponente hablaba de niños y adultos. Los niños tienen la curiosa costumbre de convertirse en adultos y luego ancianos. Así que empecemos ya de una vez a incluirlos en nuestro discurso. A hombres y mujeres.
El listado de aplicaciones de móvil y páginas web que nos ofreció es imposible escribirlo en una entrada de un blog, porque no se pueden transmitir en unas pocas palabras la sabiduría que desprendía a cada intervención que hacía.
A la hora de buscar una aplicación tenemos que pensar en qué dispositivo la vamos a usar, qué es lo que queremos conseguir (desde aplicaciones con elementos relajantes para antes de ir a dormir a aplicaciones para practicar vocabulario), cuál es la capacidad del usuario (sabe usar la tablet, sabe usar el ratón del ordenador,…) y descargarla y probarla primero nosotros para verificar que realmente es útil.
Lo que es más que evidente y claro es que las nuevas tecnologías no se pueden ofrecer a los niños sin ningún tipo de filtro.
Pensemos qué queremos trabajar y si realmente hace falta usar una tablet o un móvil para conseguir el objetivo. Aquí es donde me di cuenta de porqué habían fracasado los intentos de usar determinadas aplicaciones en casa.
- Información y estructura sobre el uso.
- Para qué lo vamos a usar, objetivos:
- Anticipación
- Comunicación
- Tareas domésticas
- Hábitos de higiene
- Resolver conflictos
- Gestionar emociones
- etc
- Qué vamos a usar
- Una tablet
- Un móvil
- El ordenador
- etc
- Dónde y cuándo lo vamos a usar
- Sólo en casa
- En la calle y en casa
- En casa de los abuelos
- El fin de semana
- Entre semana
- etc
- Para qué lo vamos a usar, objetivos:
- Estructura de uso a tener en cuenta:
- Tiempo de ejecución: situaciones o tareas que empiezan o acaban
- Alarmas, calendarios anticipatorios, etc..
- Espacio de ejecución.
- etc
Una vez determinado todo esto, buscamos la aplicación que nos va a servir a nuestros objetivos, la probamos e implementamos: explicamos, anticipamos, damos tiempo, permitimos el aprendizaje y la usamos, la incorporamos a nuestras rutinas. Y por último:
- Evaluación
- ¿Entendió lo que le pedíamos?
- ¿Tuvo tiempo suficiente para poder ejecutar la tarea?
- ¿Conseguimos el objetivo que nos habíamos planteado?
- ¿Podíamos haber usado otro medio que no fuera un soporte audiovisual electrónico para hacerlo?
¿En qué fallamos en casa? En no ofrecer suficiente información sobre qué queríamos hacer, en no asegurarnos que había entendido lo que le pedíamos. En no estructurar de manera que él viera que había un inicio y un final. Esto causó rechazo y bloqueo, negándose el peque a hacer lo que le estábamos pidiendo.
Al final, todo cayó por su propio peso y en realidad, no necesitábamos usar la tablet para estructurar espacios en casa o para hacer listas de tareas o anticipación.
Del tema de las pantallas en casa, podría hablar largo y tendido, de los errores cometidos, de los aciertos y de cómo la falta de diagnóstico nos llevó a tolerar que estuviera en el ordenador demasiado tiempo del que era recomendable.
Lo curioso del caso es que ahora en la escuela usa el ordenador en clase. De aquel aprendizaje que tuvo en casa con el ordenador, ahora sacamos algo positivo y es que parece ser que no le van a hacer adaptación curricular. No hace falta. Solo con ponerle un ordenador para que teclee en lugar de escribir va a poder seguir los mismos contenidos que el resto de sus compañeros.
Eso es romper una barrera. Eso es dar un apoyo para la autonomía. Las nuevas tecnologías: ordenadores, móviles, tablets, no son negativos, es el uso que les damos.
Son apoyos, igual que los pictogramas, la lengua de signos, los bastones, el sistema Braille,…
Negarlos es negar el derecho a una vida completa y autónoma.
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