Escribir una reseña de “Dueña de mi amor”, de Coral Herrera es viajar al pasado, a mi infancia, y reconocerme a mí misma esperando un príncipe azul. Estafada por el mito del amor romántico.
Las mujeres de mi generación hemos crecido con las princesas Disney y sus príncipes azules. Hemos soñado con un caballero de brillante armadura que viniera a rescatarnos de nuestras vidas aburridas.
Tal vez no todas, quizá sea generalizar demasiado, pero el mito del amor romántico pesa como una losa en nuestra mente colectiva. Casarte, tener una boda espectacular, criar a los hijos y cuidar hasta del perro.
Mujeres y la gran estafa romántica
Detrás del mito del amor romántico se esconde una gran estafa. En general, a las mujeres nos han vendido la moto de la independencia y la autonomía, de la liberación de la mujer y no hay nada más alejado de la realidad.
Primero porque no nos hemos liberado absolutamente de nada: lo llaman doble presencia. Es la carga mental de estar pendiente de las responsabilidades del hogar mientras estás en el trabajo y viceversa.
La precariedad y la pobreza tienen rostro de mujer. La incorporación de la mujer al mercado laboral no es ni mucho menos igualitaria: cobramos menos, tenemos un techo de cristal y un suelo pegajoso y seguimos trabajando en el hogar más horas que nuestros compañeros hombres. Lo llaman conciliación, dicen. Los cuidados también tienen rostro de mujer.
Una de las cosas que más me han gustado de este libro es como hilvana a través del mito del amor romántico una a una las opresiones que sufrimos sobre nuestros cuerpos y nuestra libertad.
“Le compra los óvulos a una ucraniana para que su bebé sea ario (aunque él es moreno y bajito). Le alquila el cuerpo a una hindú para que la gestación le salga barata. Le paga a una ecuatoriana para que críe al bebé porque trabaja mucho, no puede criarlo (y ella, como trabaja para él, tampoco puede criar a sus hijos). Tres madres y ninguna con derechos. (…) Lo llaman “generosidad”, pero es “necesidad”. Las ricas no venden sus cuerpos.” Pág. 31 Capítulo titulado “Mujeres de rodillas”.
Una crítica
Sólo tengo que resaltar un aspecto que me falta y es la interseccionalidad. El mito del amor romántico nos ata a todas las mujeres (y también a los hombres, aunque ellos se llevan la mejor parte). Las mujeres somos diversas y esa perspectiva es la que encuentro a faltar en este libro.
Mientras lo leía me daba cuenta de que reflejaba sólo el punto de vista de la mujer blanca europea.
Cierto es que, tal y como he citado antes, menciona la explotación de las mujeres en situación de pobreza, pero me falta una mirada más amplia.
Me explico. En mis publicaciones me dirijo especialmente a madres de peques autistas, como yo. Y también a asesoras de lactancia, como yo también. Es mi realidad y, por tanto, desde mi perspectiva explico las discriminaciones y situaciones de vulnerabilidad por las que transita mi vida.
También soy testigo de cómo se discrimina y se vulneran los derechos de mi hijo y de las personas con discapacidad y dependencia que forman parte de mi vida.
Pero no hablo por ellos. O lo intento, cosa que a veces cuesta puesto que venimos de un mundo capacitista y discriminatoria y en absoluto estoy exenta de equivocarme.
En este libro, al leerlo, me faltaba la mención, el detalle de hablar de otras mujeres y sus realidades distintas: lesbianas, bisexuales, negras, discapacitadas, etc.. Es imposible abarcarlo todo, evidentemente, pero poner sobre la mesa que estás hablando desde tu realidad como mujer blanca europea me parece imprescindible.
El autocuidado de las madres y de las personas cuidadoras: el amor propio
Retomo ahora mi punto de vista como madre de un hijo autista.
Solemos hablar mucho del autocuidado de las madres, de las personas cuidadoras y siempre pienso que sí, que es importante cuidarme. Me cuido para estar bien, cierto es que así puedo cuidar mejor de los míos, pero no es mi objetivo en la vida como mujer. Me cuido para tener una vida digna.
Seguramente no tendría tantas dificultades para cuidarme si no tuviera que pagar terapias, ser trabajadora social de mis hijos y hasta su abogado en según qué casos. Algunas personas tenemos que batallar para conseguir derechos que a otros les son ofrecidos en bandeja.
Mi vida no se reduce únicamente a ser cuidadora, soy muchas más cosas: amiga, hermana, trabajadora, estudiante, asesora de lactancia. Pero, por encima de todo, soy persona y como tal debería tener ciertos derechos garantizados en una supuesta sociedad moderna y democrática como la que vivimos.
¿Dónde está nuestro amor propio? El respeto por nuestras propias necesidades. Nos han enseñado a tirar para adelante, a aguantar, a sacar adelante todo, a poder con todo. Y nuestro amor propio ha desaparecido en ese proceso. El mío el primero.
Reducimos a las mujeres al papel de cuidadoras y esa es la gran estafa. El cuidado entre las personas va más allá de poner lavadoras y llevar a los niños al médico. Cuidar es, sencillamente, preocuparte de forma genuina por el bienestar de las personas que te rodean y hacer algo por ellas.
Todos somos personas cuidadoras, en mayor o menor medida, y deberíamos ser conscientes de ello. A nosotras se nos obliga prácticamente antes de nacer a ser cuidadoras en exclusiva, nada más.
Amor del bueno
Sigo, después de detallarte capítulo a capítulo los motivos por los cuales el mito del amor romántico es una estafa: de mostrar cómo nos somete, nos ata a relaciones tóxicas, nos lleva a sentirnos incompletas si no tenemos esa media naranja, romantiza la violencia machista, etc. Coral Herrera hace una propuesta revolucionaria.
De esta propuesta sólo explicaré una breve parte, para no hacer spoiler y para que te animes a comprar su libro o a tomarlo en préstamo en una biblioteca.
Plantéate y cuestiónate qué es lo que deseas y en ese camino que emprendas para conseguirlo abre la mirada a las consecuencias que tienen tus actos para los demás.
“Vamos buscando la felicidad como si fuera un asunto personal y no nos damos cuenta de que es un tema social y político. La felicidad no está dentro de una misma, como nos venden los libros de autoayuda, sino en la interacción con los demás, en nuestra forma de organizarnos y relacionarnos”. Pág.117 Capítulo Amor del bueno
La felicidad está en tener la nevera llena, un techo y agua caliente. En tener un trabajo y una vida digna, una educación y un ocio saludable.
En tener una asistencia sanitaria, unos servicios sociales y un sistema educativo respetuosos con todas las personas, sean como sean.
Mantener relaciones sanas desde el respeto y el cuidado, tanto hacia las personas como hacia nuestro entorno.
Es lo que nos hace realmente felices, ni príncipes azules, ni caballeros de blanca armadura.
Y no digo más, que acabaré explicando el final del libro y ni quiero ni debo hacerlo. Solo he de afirmar que su propuesta final me parece revolucionaria e impactante.
Una joya de libro en 127 páginas.
Referencias
Herrera, Coral (2020) Dueña de mi amor. Los libros de la catarata.
Ramirez, Silvia (2023) Reseña de «Dueña de mi amor», de Coral Herrera. Lactando en Diverso. http://bit.ly/3HWGVcW
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