Inquietudes, muchas. Quebraderos de cabeza, papeleo, trámites interminables,…
Mi padre: con Alzheimer, mi madre: cuidadora a tiempo completo.
Mi hermana y mi cuñado, ambos con discapacidad.
Cualquier cosa que hagas, cuando hay discapacidad y dependencia de por medio, supone trabajo constante de trámites inagotables.
En casa bromeo diciendo que soy la Gestoría oficial de la familia.
Es indignante la brecha digital existente entre nuestros mayores y personas dependientes y la Administración. A mi me satura y me cuesta hacer según qué trámites y tengo un dominio alto de la Burrocracia.
Y no sólo eso: la falta de recursos, las listas de espera, la miseria de las prestaciones…
Esas son mis inquietudes principales. Mi familia y su futuro más inmediato.
Tengo 47 años. Mis padres, tarde o temprano, faltarán y mi hermana, mi cuñado, maridín y yo envejeceremos a la vez.
Seremos 4 personas mayores y mi hija será la cuidadora de todos, incluido su hermano. Será o no será. Vete a saber qué nos depara el maldito futuro.
Trato de no pensar, de no planear más allá de dos o tres años (y ya es mucho), pero esa inquietud, esa incertidumbre, está siempre ahí. Se mete en un rinconcito de mi cabeza, asoma de vez en cuando y trata de hacerse un hueco en mis pensamientos para torturarme.
Y la ansiedad, amiga de la incertidumbre, pretende hacerse cargo de todo e imponer su voluntad.
Así que, ahí estoy, luchando conmigo misma, porque tengo claro que mi mente es, a la vez, mi peor enemigo cuando me invade la ansiedad. Y mi mayor aliado cuando soy capaz de no dejarme llevar por la incertidumbre.
Deja una respuesta