Yo tenía 21 años cuando vi a Ana Orantes en televisión, aquel diciembre de 1997.
Recuerdo mi estupor juvenil e ignorante y me veo a mi misma pensando: eso a mi no me puede pasar. Yo era una chica de 21 años que no sabía lo que era la violencia contra las mujeres, a pesar de haberla vivido en mis carnes.
Lo que no sabía era reconocerla, identificarla, de tan normalizada que la tenía. Era normal volver a casa por en medio de la calle para que “no me pudieran coger y meter en un portal”. También volver a casa con las llaves en la mano a modo de autodefensa. Era “normal” entrar en una discoteca y que te metieran mano porque sí.
Todo muy normal, ahora lo corrijo, NO, eso no es normal. Es habitual, que sea habitual, desgraciadamente, lo convierte en NORMA, pero no es normal.
Estoy un poco harta de la normalidad…
La violencia tiene muchas formas. Tantas que muchas las aceptas y las asumes porque tampoco puedes hacer otra cosa.
EL ACOSO CALLEJERO
Asumes que tienes que cruzar de acera para no toparte con un grupo de potenciales acosadores callejeros: obreros en una obra. Aunque esto cada vez me pasa menos. ¿Será porque se empieza a respetar el cuerpo y la dignidad de las mujeres? ¿O será porque a mis 46 años ya no soy “acosable”? (palabra totalmente inventada por mí)
Siendo una veinteañera he vivido de todo. Un chico masturbándose en el asiento de al lado en el metro. Un chico enseñándome el pene a través de la ventana del metro. Que me rodeen entre varios y me digan barbaridades. El metro, por la noche, zona peligrosa. Salir de fiesta a disfrutar se convierte en un peligro.
EL ACOSO LABORAL
Recuerdo perfectamente también, en aquella época en la que no había móviles como ahora, vivir acoso telefónico. Sin páginas web, sin correos electrónicos, lo único que podías hacer era presentarte o llamar por teléfono para buscar trabajo. Llamé a un anuncio, no recuerdo qué pedían ni qué buscaban, nada. Sólo recuerdo que me dijo que buscaba mujeres jóvenes para desnudarlas y fotografiarlas. Y empezó un calvario de llamadas telefónicas a casa que sólo se acabó el día que mi padre cogió el teléfono y le gritó que si volvía a llamar lo buscaría hasta matarlo.
Violencia que se combate con violencia. Da para pensar… pero no quiero sacar conclusiones, solo pretendo visibilizar que la violencia tiene muchas formas, que Ana Orantes nos mostró la más dura, la más cruel, la que acaba con tu vida, pero hay muchas más. Solo mencionaré unas cuantas.
Jefes que no te miran a la cara, que te miran a las tetas, jefes que se te acercan por detrás y te meten su aliento en tu cuello… en fin…si, también he vivido eso.
VIOLENCIA ECONÓMICA
Durante bastante tiempo en una entidad para la que trabajé mi otra compañera y yo, cobrábamos menos, que nuestro compañero hombre. Mismas funciones, mismas responsabilidades, diferente salario. Nuestro trabajo siempre era “inferior”.
Por otro lado, cuando compré el piso junto al que es mi compañero de vida, vi claramente que mi salario y mi contrato indefinido de 10 años no era nada comparado con el salario inferior y el contrato temporal de mi compañero. Yo cobraba más y estaba fija. En una época en la que aún tenía algo de valor estar indefinido en un trabajo. Pero a mí me podían despedir en cuanto me casara y tuviera hijos.
Me enteré de que en las entidades financieras cuando valoran una transacción otorgan puntos a cada operación. Resulta que, si eres mujer, tu contrato fijo tiene menos puntuación que si eres hombre. Espero y deseo que estas prácticas claramente discriminatorias ya no tengan lugar.
Y la vida sigue, y efectivamente, te casas y tienes hijos. Y no sabes muy bien en realidad porqué te casas, porque no te lo planteas. Simplemente es lo que toca. Si no tienes un marido, una hipoteca y dos churumbeles a los 35 no eres nadie.
De nosotras se espera que tengamos hijos y que nos casemos, de ellos no lo tengo tan claro. Esto también es violencia.
LA MATERNIDAD Y LA LACTANCIA
Y llegó el gran batacazo. La maternidad. Primero fue la violencia obstétrica. Como ya expliqué en esta entrada, crecí con el relato del parto de mi hermana grabado a fuego en mi mente. Me daba más miedo que me cortaran (episiotomía) que el dolor del parto. Busqué quien me atendiera sin violencia obstétrica y aunque no me voy a detener en mis partos, no conseguí librarme del todo de la violencia. En mi primer parto una comadrona me “jodió” literalmente el parto haciéndome la maniobra del chocolate: meter los dedos y apretar para supuestamente “ayudarme” a dilatar. El dolor que me causó fue tan grande que desconecté de mi propio cuerpo y de mi parto.
Con todo, no fue nada comparado con lo que me podía haber pasado.
Llega la maternidad y después de 9 meses de embarazo, pares y en 16 semanas te tienes que haber recuperado, ejem, ejem. Eso es violencia hacia nosotras. No respetar nuestra fisiología es violencia. No respetar nuestra necesidad de descanso y de recuperación, tanto física como psicológica es violencia.
Qué os voy a contar que no os haya contado ya. Obligar a destetar sin causa médica real es violencia de género. Decidir sobre nuestro cuerpo es violencia de género. Y también violencia contra la infancia, que son los perjudicados también por la falta de protección que existe de la maternidad, la lactancia y nuestros procesos reproductivos.
ANA ORANTES, LA PRIMERA
Ella fue la que sembró la sombra de la duda en mi mente. Su relato, desgarrador y potente, sin tapujos y con naturalidad, me llegó a lo más hondo. Cuando días después, 13 para ser exactos, su asesino la mató, sentí la vulnerabilidad y la indefensión que posteriormente reconocí en muchos momentos de mi vida.
Para mí, hubo un antes y un después de Ana Orantes. Su vivencia de maltrato y muerte me pusieron delante una verdad que yo llevaba tiempo ignorando. Empecé a sospechar que quizá estas cosas no les pasaban a mis amigos hombres. Empecé a observar que, efectivamente, no les pasaban estas cosas.
Y así fue, como, con el paso del tiempo y las experiencias, cada vez fui más consciente de lo que mostró Ana hace 25 años en televisión: la violencia es estructural, si eres mujer, la vas a vivir, hagas lo que hagas, seas quién seas. Porque la violencia tiene muchas formas, unas más sutiles, otras más descaradas, pero, lamentablemente, forma parte de nuestras vidas y de nuestras muertes.
REFERENCIAS
Morente, Antonio (2022, 24 de noviembre) 25 años del asesinato de Ana Orantes, la mujer que puso rostro a la violencia machista: “Su testimonio hizo caer muchos velos” El diario.es. Consultado el 24 de noviemre de 2022. https://www.eldiario.es/andalucia/25-anos-asesinato-ana-orantes-mujer-puso-rostro-violencia-machista-testimonio-hizo-caer-velos_1_9740149.html
Newtral (2022, 22 de noviembre) Quién es Ana Orantes: el feminicidio que cambió la legislación española contra la violencia de género Newtral.es. Consultado el 24 de noviembre de 2022. https://www.newtral.es/quien-es-ana-orantes-ley-violencia-genero/20221122/
Ramirez, Silvia (2022) Homenaje a Ana Orantes. Lactando en Diverso. http://bit.ly/3U9g8ya
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