Cuando ya pensaba que lo había superado todo: embarazos, partos, tetas al aire, sacaleches, noches sin dormir, hormonas desatadas, ansiedad, endometriosis, … Llega otra nueva amiga que unirse a la fiesta: la perimenopausia. El inicio del fin de mi ciclo reproductivo. Dicho así suena muy feo, sobre todo cuando ya hace tiempo que decidí que no iban a haber más hijos, me reconcilié con no tener un tercero y encima me enteré de que tenía adenomiosis (una forma de endometriosis).
Pero sí, amigas, hay más vida después del embarazo y la lactancia. Mis queridas hormonas, con las que llevo toda la vida lidiando, conociéndolas, entendiéndolas, ahora cogen y empiezan a desaparecer.
Puerperio vs. perimenopausia: un déjà vu hormonal
Me miro a mí misma en este momento, a mis 49 años, y no puedo evitar comparar esta etapa con mis puerperios:
💧 Sudores nocturnos: en el puerperio sudaba con mis bebés pegados a la teta, piel con piel y con la leche goteando. Ahora me despierto muerta de calor y sudando a mares sin que haya bebé que lo justifique.
😴 Insomnio: antes me despertaba mil veces por la noche con un bebé a mi lado. Ahora me despierto porque tengo sed, tengo pipí, tengo calor, tengo frío y PORQUE SI y no hay que darle más vueltas.
🎢 Cambios de humor: ¡otra vez sube y baja!
🧠 Niebla mental: Abrir la puerta del parquing con las llaves del coche. Que no me salgan las palabras. No recordar a donde iba ni para qué iba. Perder el móvil en mi propia casa más de cinco veces a la semana.
🫠 Todo tu cuerpo cambia: el pelo más fino, la piel más seca, TODO más seco, me pican hasta las t*”$!
Sabes que va a llegar, pero no piensas en ella
Obvio que todas sabemos que llegará el día en el que la regla desparecerá. Pero no piensas en ello. Ni te pasa por la mente que en realidad es un proceso de años. A mi especialmente me ha pillado de sopetón. Hace cosa de cuatro años que no tengo regla por la medicación que tomo para la endometriosis. Mi útero en estos cuatro años ha vuelto a su tamaño normal, muchas adherencias que tenía entre el útero y el resto de mis órganos han desaparecido. Cosa que me hacía pensar de forma inconsciente que no tendría los síntomas de la perimenopausia. Todo iba bien, sin regla ya, genial… (ironía total) Ahora lo pienso y es absurdo, pero bueno, ya sabéis que el autoengaño es una forma de protección inconsciente.
Lo bueno del caso es que, en realidad, ignorante de mí, no tenía ni idea de perimenopausia. Eso sí, los efectos que tiene la perimenopausia en la lactancia materna me los sé de pé a pá, pero nada más. Así que solo pensaba en los sofocos como síntoma de perimenopausia, que son los que vi de forma clara en mi madre en su momento. ¿Por qué mi cerebro no conectaba ambas cosas? ¿Por qué no asociaba la bajada hormonal que afecta a la lactancia materna a mi propio cuerpo perimenopáusico? Pues no lo sé. Solo sé que he vivido dos pospartos con sus luces y sus sombras, y no estaba preparada para la perimenopausia.
¿Y la tribu?
Pues la cosa empezó escuchando a mi cuñada, que está también en pleno proceso. Poco después empecé a hablar con Marina, mi compañera asesora en LactaMater, que también estaba en pleno proceso con la perimenopausia. Y me di cuenta de que lo que yo pensaba que eran recaídas por la ansiedad que hace años me visita, era algo más. Así que hablando con Marina empecé a ver que las cosas que me pasaban no eran fruto de mi estado de ánimo ni de la acumulación de problemas, sino de los cambios hormonales que llevan años en mi cuerpo y que no he sabido ver. Y así fue, como en esas conversaciones después del Espai LactaMater, nació la idea de montar un grupo de apoyo al climaterio. Grupo que acabamos de abrir y en el que el primer dia ya eramos nueve mujeres compartiendo penas y alegrias.
Si sobreviví al postparto, sobreviviré a esto
Y esta vez, no lo voy a hacer tan sola como en mi primer posparto. Sin información y sola, en aquel momento me busqué un grupo de lactancia. Y ahora, doy un paso más y yo misma propongo un grupo de apoyo.
Los grupos de apoyo entre iguales son imprescindibles. Compartir que no he dormido, que me pica todo, que no reconozco mi cuerpo y que haya otras tantas madres que me entienden sin juzgar, que me acompañan y me reconocen en mi proceso único y a la vez colectivo, es fundamental.
Así que aquí estoy, compartiéndolo contigo. Porque si algo he aprendido en estos años, es que las penas compartidas siempre son más llevaderas.

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