Estoy cambiando estrategias y pensamientos. Llevo semanas dándole vueltas a una idea. Me miro a mi misma y me doy cuenta de que he caído en una trampa. Me pregunto si habéis caído también vosotras.
He tenido durante meses la sensación de que todo se ha detenido y en parte es cierto: los grupos de apoyo, los talleres, las visitas a domicilio, las formaciones…
También proyectos iniciados que ahora viven con la incertidumbre de la fecha en la que podrán ver la luz. Un montón de ilusiones y relaciones personales detenidas por la pandemia.
Y vivimos a la sombra del contagio, del miedo, de la responsabilidad y también, cómo no, de la culpa.
Pero es un error pensar que el tiempo se ha detenido. Es un error pensar que no podemos hacer nada.
La vida continua y no me voy a quedar más tiempo parada esperando que todo pase. No voy a perder ni un segundo más sentada en mi casa delante de la televisión, esperando que las noticias de contagios y Ucis, Ertes y destrucción de empleo se detengan.
Si tiene que ser delante de una pantalla, será.
Se acabó esperar. Se acabó pensar que esto se va acabar.
En realidad, no sé si se acabará. Tal vez sea el momento de empezar a aceptar que nuestro mundo se ha vuelto del revés y va a seguir así durante mucho tiempo.
Adaptación y resiliencia. Cambiando estrategias.
Lo que me ha pasado se llama indefensión aprendida.
Sucede cuando una persona ha intentado salir de una situación negativa varias veces y no lo consigue, lo intenta una y otra vez, pero al final deja de luchar y acepta que no puede hacer nada.
Entonces ocurre que las oportunidades de mejorar pasan por delante de sus ojos y las persona no las ve. No las ve porque ha aceptado que haga lo que haga, nada cambiará.
En mi caso, son los intentos por volver a la presencialidad. Por volver a hacer grupos de apoyo, por volver a eventos como el de Madresfera, por volver a hacer talleres y formaciones.
Una y otra vez, cuando parecía que sí, que íbamos a poder hacer eventos presenciales, una y otra vez, en el último momento, algo impedía que se pudieran hacer.
No caigamos en la trampa de la indefensión aprendida. No pensemos que hagamos lo que hagamos nada va a cambiar.
Podemos cambiar cosas, por pequeñas que sean, podemos.
No podemos seguir haciendo lo mismo porque las circunstacias que tenemos ahora nos lo impiden. Tenemos que cambiar nuestra perspectiva, porque nuestros hijos siguen creciendo y nosotros nos hacemos mayores igual. La vida va a seguir adelante nos quedemos parados esperando a que cambien las cosas o no.
El tiempo pasa y no se detiene, aunque tengamos esa falsa sensación de espera, de que todo va a pasar, el tiempo no se detiene y la vida es demasiado corta para pasarla sentados en casa viendo la rueda de prensa del político de turno.
Las reglas del juego han cambiado. Cambian las reglas y cambian las estrategias.
Bienvenida virtualidad.
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