Soy Feminista, Lactivista y activista por los Derechos Humanos.
Soy asesora de lactancia y madre de dos, el mayor con autismo.
En mis redes sociales y en el blog, escribo sobre lactancia, autismo, maternidad, crianza y derechos.
La educación inclusiva es uno de mis temas recurrentes como parte de ese trabajo por los derechos.
La salud mental también forma parte de las temáticas transversales de mis escritos.
Durante mis 43 años de vida he sentido la discriminación en primera persona.
Por ejemplo, cuando me han tachado de madre histérica por defender los derechos mi hijo, de exagerada por pedir respeto en un entorno laboral o de ignorante por tener opinión propia.
He vivido situaciones de abuso y agresión que en su momento acepté y asumí porque es lo que hay.
No, no es lo que hay.
Algunas, no todas, ya las expliqué aquí y aquí
Son discriminaciones que hemos vivido todas.
Los hombres también. El patriarcado no deja títere con cabeza.
Pero los hombres estáis en muchos ámbitos en posiciones de poder: por ejemplo en las cúpulas directivas de las empresas.
Y eso os da ventaja y hace falta, mucha falta que bajéis del pedestal. (Obviamente, si no lo has hecho ya)
Yo bajé de mi pedestal. Como mujer normotípica, heterosexual y blanca estaba en un pedestal.
Bajé porque hace once años nació mi primer hijo y resulta que es autista.
Abrí los ojos a otra discriminación.
Me di cuenta de que yo misma he discriminado e ignorado a una parte importante de la población.
Y las piezas empiezan a encajar.
El puzzle se completa.
Tuve que bajar de mi pedestal. Reconocer y admitir que vivía en un pedestal sin saberlo fue una bofetada de realidad.
NO veía a las personas con discapacidad que habia a mi alrededor. Algunas muy cercanas.
Empecé a verlas y a ver otras situaciones, amplié la mirada.
Ampliar la mirada, esa mirada que gritamos que debe ser inclusiva en el entorno escolar, esa mirada que gritamos debe ser feminista en las calles y en las empresas, perspectiva de derechos en las venas, derechos humanos pero para eso tenemos que bajar del pedestal y empezar a reconocer como personas de pleno derecho a las mujeres y las personas con discapacidad.
Las capas de la discriminación son muy variadas, se superponen las unas con las otras: mujer y discapacitada, hombre y homosexual, las combinaciones son infinitas.
La base es una sociedad que fomenta, tolera y permite actitudes violentas y agresivas.
Dejad de decir que son cosas de niños, que un niño con discapacidad no se entera, no seas loca, mujer, dejad de hacer chistes sobre mujeres y cocinas, dejad de anular la voluntad de los adultos con discapacidad, de negar su condición de personas, dejad de desempoderar a las personas porque son diferentes al estereotipo dominante.
Como Humanidad nos queda mucho trabajo por hacer para empezar a romper con la agresividad de la lucha entre grupos. No hace tanto que escribimos, leemos, pensamos y nos creemos superiores en la cadena trófica.
Si seguimos así no quedará nada. Empecemos a bajar del pedestal. Todos y todas.
Podéis considerarme una ilusa, inocente, ingenua o cosas peores por lo que os voy a decir.
Si trabajo con familias con bebés pequeñitos, si fundé LactaMater junto con Vanessa y con Laia, si hago visitas a domicilio, grupos de ayuda mutua, charlas, talleres: TODO.
Es porque creo firmemente que apoyando y acompañando a las familias, en especial a las madres puedo contribuir a cambiar las cosas.
Vivir un puerperio acompañada, una lactancia y una crianza con respeto hacia el bebé y hacia nosotras mismas, un entorno que entienda, comprenda y nos apoye es clave para que crezcan personas emocionalmente sanas.
El trabajo de la nutrición y la salud se lo dejo a Vanesa.
El trabajo del acompañamiento pedagógico se lo dejo a Laia.
Mi trabajo lo centro en las madres con bebés lactantes (eso incluye biberón y bebés incluso de hasta tres años, el destete también) y el acompañamiento emocional a la familia, en especial, a las madres, algún día terapéutico cuando acabe la carrera.
Para cambiar las cosas tenemos que bajar del pedestal, abrir los ojos y empezar a ser humildes.
No podemos seguir con una venda en los ojos negando la realidad de una parte importante de la población.
Baja del pedestal porque en la diversidad cabemos todos, nadie se queda fuera, visibilizando la diversidad fomentamos el respeto por los derechos humanos.
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