La Navidad como experimento social

Vivimos en un mundo creado a base de expectativas. La llegada de un bebé no lo es menos. Las expectativas están presentes de un modo consciente o inconsciente en todas las facetas de la vida y un hijo es un terremoto emocional para el que nadie te prepara. Más bien te preparan para algo que no tiene nada que ver con la realidad. Por fortuna, poco a poco hay personas anónimas y no tan anónimas que van explicando la realidad del posparto y la soledad que conlleva. Soledad porque no solemos estar acostumbrados a acompañar y a escuchar sin juzgar, porque no sabemos gestionar ni nuestros propios sentimientos, como vamos a contener los de nuestra sobrina, tía, hermana, amiga, …

Así las cosas, después de superar los primeros embates del puerperio, tal vez de buscar ayuda en grupos de lactancia, asesoras e IBCLCC, consigues o no, mantener tu lactancia. Y llega la Navidad, momento de celebración, alegría y relaciones sociales…

Los bebés y las celebraciones pueden convivir perfectamente siempre que se respeten las necesidades de la madre y del bebé. Pero eso no suele ocurrir demasiado a menudo. Todo el mundo quiere coger al bebé, hacerle carantoñas, disfrutar de su sonrisa y tocar, tocar, tocar.

Porque, seamos realistas, los bebés vienen preparados para eso, para que no queramos hacerles daño: o nos dan tanto respeto que ni nos queremos acercar, o nos gustan tanto que los queremos achuchar sin parar.

Así que la Navidad no es un momento fácil para las familias con bebés pequeñitos. Te debates entre satisfacer a tu tía del pueblo que hace meses que no ves o proteger a tu bebé de lo que sabes seguro que va a ser un momento de llanto.

Luego encima las frasecitas: claro, ¡si es que lo llevas siempre encima, como no va a llorar! déjalo un rato que ya te lo cojo yo, no te lo pongas en ese pañuelo que se va ahogar (fular, portabebé,…), o no lo dejes en el carrito que ya te lo cojo yo, o déjalo en el carrito que se va a acostumbrar a los brazos, o si lo llevas así se te va a caer, ¿ese pañal seguro que está bien puesto? Este bebé lo que tiene es hambre, está nervioso porque estás nerviosa y claro, se te seca la leche, dale a chupar un poquito de azúcar que ya verás como se calma, etc., etc.…

¿Os suena verdad? Y da lo mismo que alimentéis con lactancia materna o artificial, que toooodos opinan. Lo que pasa es que yo di lactancia materna y mi entorno de amistades más cercano también, así que las frases que nos soltaron fueron de este estilo. Pero vamos, me juego lo que queráis a que cualquier madre que dio artificial puede hacer un listado similar.

Son nuestras expectativas, cuando algo no coincide con ellas tenemos una necesidad irrefrenable, inevitable de hacérselo saber a la persona que tenemos delante que nos está desmontando los esquemas.

Y, en fin, ante una situación así pues puedes hacer varias cosas:

  • Pasas de todo y alegas que tienes gastroenteritis y el bebé y tu pareja también y que tenéis que cuidaros, y claro, que no vengan que no queréis contagiar a nadie, no vaya a ser que quieran ir a tomar café a tu casa.
  • Huyes directamente y dices que este año te vas a pasar las navidades a la montaña, la playa o donde sea, pero a kilómetros, no sea que se les vaya a ocurrir pasar un ratito por allí. Desconectas el móvil y os quedáis en casa tan a gustito haciendo lo que os dé la gana.
  • Haces de tripas corazón, aguantas el chaparrón y te vas en cuanto puedes, ni al café te quedas, no abres la boca más que para comer y decir no gracias con educación.
  • Entras en modo irónico y contestas a cada frase que te sueltan con algo ingenioso, tipo: ¿tú quieres un poco? Y amenazas con sacarle un ojo a los presentes con un chorro de leche, y si haces una demostración ya ni os cuento. Esto conlleva un riesgo de conflicto abierto con la familia.
  • No contestes, déjalos que hablen y mira el infinito, acaban hablando entre ellos y tu aprovechas para levantarte con el bebé y cambiar de sitio en un momento de despiste. Esto puede ser un poco cansado, puedes acabar teniendo que cambiar de silla demasiadas veces.
  • Llevas impresas las recomendaciones de la OMS, la asociación española de pediatría, ¡ay no! Éstos no que están vendidos, mejor Unicef y organismos del estilo y las repartes diciendo que son villancicos.
  • Una versión mejorada de la anterior, sugerida por una amiga, es la de entrar en modo madre incordio: supone el ejercicio de razonar con esa persona que te dice el comentario incómodo llevando la argumentación hasta niveles de cansinismo tales que al final te digan: si lo tienes tan claro, no te puedo decir nada. Y con tal de no seguir escuchándote, se callen y te dejen tranquila.
  • Dices que todo lo haces por recomendación del pediatra, uno privado muy caro para más datos. Hay personas con las que este argumento puede funcionar, si lo dice el pediatra va a misa y si encima es de pago, mucho más.
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Así que va pasando el tiempo y las etapas de desarrollo de tu bebé también, ésas que todo el mundo sabe y conoce. Por si no lo sabías, el título de psicólogo especialista en desarrollo infantil se reparte en la feria.

Y llega la siguiente fase, la alimentación complementaria: si haces alimentación autorregulada, mal, si le das papillas, mal.

Y seguimos: cuanto ha crecido, pero no camina, pero no gatea, pero no se levanta, pero, pero, pero…

Y la siguiente: este niño se tiene que acabar el plato, este niño no se puede levantar de la mesa hasta que acabemos todos, este niño, este niño, este niño…

Resulta que tu hijo tiene autismo, pero tú no lo sabes, porque nadie se ha dado cuenta y tú menos todavía claro, porque no es verdad que el título de psicólogo especialista en desarrollo infantil lo tenga cualquiera.

Más bien hay escasos profesionales que sepan algo de autismo, ya no digo ni ser especialistas.

Así que esa presión social que impone unas expectativas de comportamiento sólo hace que incrementarse de forma exponencial.

Lo que suele ir desacelerándose, echando el freno, bajando la intensidad, porque por fortuna llega un momento en que te van dejando en paz, con tu hijo no pasa, él y su desarrollo siguen rompiendo expectativas.

Porque resulta que a los 18 meses dejó de comer ciertos alimentos, restringiendo la ingesta a ciertos alimentos con determinados colores y texturas.

Porque resulta que era totalmente incapaz de estar sentado en una silla durante más de cinco minutos.

Porque se dedicaba a meterse debajo de todas las mesas.

Porque no respondía por su nombre.

Porque solo repetía diálogos en inglés de Thomas el tren.

Porque iba a la mesa, cogía comida, se iba y volvía en un ciclo constante.

Porque no podíamos peinarlo.

Porque vestirle según los cánones de aquello que se considera guapo en nuestro contexto social era una tortura (y lo sigue siendo)

Así que las Navidades nunca han sido fáciles…

Durante el tiempo que no supimos el diagnóstico, recurríamos a la Tablet.

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Sé que puede resultar difícil de entender para los que no son autistas (mejor que en primera persona no lo sabe nadie) o no tienen alguien cercano que lo sea, pero es que realmente estar con tanta gente, con tanto ruido, con tantas normas sociales y de comportamiento que no entienden, es doloroso y más siendo niños.

“Es que hace daño mama”

La llegada del diagnóstico nos ayudó y nos orientó, nos dio un camino a seguir y en ello estamos. La Navidad es un momento difícil, tenemos que encontrar el equilibrio entre quedarnos encerrados en casa y salir de la zona de confort. Desde hace tres años, 24, 25 y 26 vemos a la familia y luego huimos a la montaña, a pasar fin de año y año nuevo rodeados de nieve en el mismo apartamento que reservamos nada más llegar septiembre. Volvemos para pasar reyes en casa, solos los cuatro en casa.

Este año las cosas son diferentes, por primera vez nos dice que no quiere ir a la montaña. Está cambiando, entrando en esa preadolescencia difícil para todos y para él seguramente más. Tal vez sea el último año que vamos a la nieve, tal vez tengamos que cambiar de planes.

Si una cosa me está enseñando mi hijo es a cuestionar mis expectativas día tras día.

Podéis probar a hacerlo.

Os invito a poner vuestro mundo del revés, a dejar las expectativas en el fondo de un cajón y a caminar por la vida con la mente abierta, escuchando y observando el mundo a través del reconocimiento de la diversidad.

Descubriréis personas que creíais que no existían, empezaréis a ver a personas que estaban ocultas tras esa falsa verdad que generan las expectativas y a ver el mundo en su absoluta totalidad: los capaces y los incapaces, los visibles y los invisibles.

Feliz Navidad.

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3 respuestas a «La Navidad como experimento social»

  1. Avatar de Fermín fueradecasa

    ¡Plás, plas, plas, plas, plas!

  2. Avatar de Fermín fueradecasa

    Me ha costado leerlo todo por completo de forma ordenada. Empecé por los últimos párrafos que arrancaron los aplausos. Volví al título por el final «experimento social». Estoy en otra ciudad, escapando de las reuniones de familia propia y ajena, por suerte. Mala suerte porque mi elección mejor sería mi casa sin teléfono. Y en este lugar desconocido no hay ninguna de las cosas que me permiten ser yo. El perro tampoco es feliz. Pero hay que hacerlo. Todo lo posible para no fastidiar a nadie. Sin éxito.
    Quería preguntarte cuál es el experimento social. Porqué, quién está haciendo y para que este experimento. Tu comprendes tantas cosas… y que pocos son los que están dispuestos a intentarlo. A ser humildes y tratar de aprender cuando se levantan con los ojos pegados. Se los llevan y creen que pueden ver todo con claridad. Sin éxito.
    Todos fallamos.
    Falta… para poder aceptar nuestros continuos errores… falta… No lo se.

    1. Avatar de lactandoendiverso

      El experimento social es meter a personas que están obligadas por las circunstancias a ser felices y llevarse bien. Lo que ocurre en realidad es muy diferente. A veces es mejor escoger quedarse en casa sin teléfono y estar tranquilo.

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